viernes, 9 de febrero de 2018

LA UNIÓN EUROPEA ELUDE NACIONALISMOS

     
          

la Unión Europea,  para llegar a la situación actual y proseguir por un camino seguro hacia una federación de Estados, ha ido dando pasos,  de uno en uno, bien meditados, de forma que se puedan corregir o  rectificar y eludir desvíos o errores sobre la marcha. 

Miremos a Europa de nuestros días. Pasa por momentos difíciles. Pero resiste frente a una doble oleada: la nacionalista y la populista. En España también coinciden ambas tendencias, como puede verse en el conflicto de Cataluña.

 Ahora bien,  por parte de la Unión se abordan estas dificultades con paciencia y con razones. Y para poner a cada en su sitio se  tienen en cuenta – además de otras previsiones - un conjunto de principios básicos que se mantienen a rajatabla. 

Me voy a a fijar en tres de estos principios que se aplican en la distribución de poderes entre la Unión y la naciones que la integran. Son los siguientes: principios de proporcionalidad,  subsidiariedad y solidaridad. 

Sin entrar en pormenores, cuando  en España se habla y se sugiere una reforma autonómica, nadie alude a estos principios que podrían razonarse y cumplirse para lograr una estabilidad duradera. Cuando se instituyeron las actuales autonomías, al asumir competencias más parecía aquello una pelea que una concordia.  Los nacionalistas primero y a imitación de ellos  los autonomistas después, hicieron  pasar por buena esta idea: cuantas más competencias para las circunscripciones autonómicas, mejor, para así justificar y sostener un auténtico anhelo: montarse a lo grande, establecer un centralismo regional y no ser menos que los territorios que aspiran a ser naciones independientes.


              Este modelo es el que se ha de intentar suplir  por otro más racional y por tanto más eficiente y menos costoso; más rentable.  El resultado iría en beneficio del contribuyente, que contarían con más medios económicos al reducirse  el gasto. La racionalidad obliga y por tanto no se trata de deshacer o desmontar nada: al revés.  Se trata de alcanzar la misma o superior eficacia a menor costo.


Esta es la línea de conducta a estudiar: la cesión de competencias y cómo. Algo que ya se quiso defender, sin éxito,  por falta de medios en algún caso y por negada voluntad política en otros, por parte de quienes ejercían el poder en aquellas circunstancias.

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