¿Estado de bienestar? De acuerdo. ¿Gratuito para el beneficiado? Magnífico. ¿Ampliable a todo pichipata que llegue de fuera? Estupendo. ¿Bla, bla, bla? Seguro. Falsas promesas.
España carece de los medios necesarios, de los elementos productivos, de la formación ciudadana, de la experiencia metódica, de la democracia auténtica que funciona en los países más avanzados, tal que Suecia, o Dinamarca, o Suiza. Con su rigurosa forma de ser y obrar han hecho posible la economía del bienestar social.
Pero a mí, que soy de pueblo y además escarmentado, me llevan a deducir: ¿Bienestar en España?Y a exclamar ¡Qué verde lo están segando! El bienestar a la sueca cuesta un dineral y nadie dice, en la España que prometen, de dónde van a sacar la pasta para un país donde son pocos los que hacen cuentas y muchos los que gastan lo que no tienen; y muchísimos más los que no tienen qué gastar.
El buen hacer de los pueblos, las bases, conduce a prestar a precios comedidos, y en ocasiones gratuitamente, bienes y servicios calificados de imprescindibles, a todo ciudadano, en tres sectores básicos: el retiro pensionado, la sanidad con farmacia incluida, y la enseñanza gratuita.
Claro está: antes echan cuentas; y cuentan con ciudadanos cumplidores, o sea bien educados en la disciplina cívica. Y así funciona la cosa durante décadas, lo que significa que es necesario revisar las normas de rodaje con cierta periodicidad. para no desviarse de una disciplina necesaria.
¿Disciplina en España y en otros países mediterráneos? ¿Políticos que van a dejarse la piel por implantar la justicia social?
¡A otro hueso con ese perro!
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