Uno de los defectos de las viejas monarquías era su duración en el tiempo. Si a todo un pueblo le tocaba padecer, durante muchos años, los poderes absolutos de un rey con nulas aptitudes, el resultado era desastroso y para no levantar cabeza.
Este factor tiempo, contribuyó en gran manera a la desaparición de las monarquìas para sustituirlas por repúblicas que permitieran el relevo del poder cada cierto número de años, o antes si la mala gobernanza traía el desastre a un país. Esto favoreció, también, que ciertas monarquías asumieran severas limitaciones que acabaron con el poder absoluto del monarca.
El factor cambio trajo sus ventajas, sobre todo en aquellas naciones cuyos habitantes estaban convencidos de que el éxito de todo un país dependía de la laboriosidad y talento de sus componentes; es decir allí donde el pueblo responde y se comporta con rectitud, los políticos, en su misma línea, tienden a ser ejemplares; tienden, en consecuencia, a responder con rectitud, convencidos de que no hay derecho que les permita dificultar la ruta del contribuyente honesto. Cuando la sociedad llana hace trampas, los gobiernos suelen correr el riesgo de dar puestos de responsabilidad a auténticos ladrones.
El partido hoy gobernante de España, ha pasado por esta prueba. Y pese a las buenas intenciones de millones de gentes honestas que les votan - personas deseosas de paz y rectitud para vivir y trabajar sin ruidos - no se puede negar que estamos asistiendo y a una pertinaz y lógica denuncia de los abusos cometidos. Esta realidad lleva el desasosiego, primero a los compañeros de cama y luego a los compañeros votantes. Acaban por salir perjudicados los que menos culpa tienen.
Todo tiene su tiempo y su fin. A los políticos contaminados contra sus voluntad, que no supieron cortar por lo sano, les llega también su san Martin.
Claro que siempre podremos echar la culpa, al riesgo que corren los pensionistas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario