Empecemos por constatar un hecho, una realidad que distingue a la mujer del hombre: su espíritu maternal. Ellas están preparadas y dispuestas para hacer posible la pervivencia de la especie, de los seres humanos; una misión delicada y sensible vedada a los varones. El hombre labora y colabora en tal tarea, pero no es igual, no es lo mismo. Y aunque el avance de la ciencia pudiere llegar a prescindir del trámite maternal, nunca -repito-sería lo mismo. La parte anímica proporcionada por la madre en favor del hijo, malamente se puede sustituir ni mecanizar.
Y al padre ¿qué papel le otorga la naturaleza?. El de inseminador. Si por ellos fuera y contasen con medios económicos, buscarían la forma de vivir en un encantador serrallo. No es nada nuevo. Lo cual agrava y no resuelve las correosas "desigualdades", que no son tales, sino graves injusticias
impuestas por el más fuerte.
impuestas por el más fuerte.
Lo expuesto no impide, si no todo lo contrario, reconocer a cada uno -hombres o mujeres- los derechos y equidades que emanan de su condición, como seres humanos que son en un país civilizado. Y la equidad, no es igualdad. Al aplicar la equidad se hace justicia.
Pero ¿dejaríamos sin asistencia a las mujeres que sufren la violencia sexual imputable a machos incontrolados? No. Reconozcámoslo: no es un problema de igualdad; es una injusticia sádica. Corresponde aplicar la ley con rigor; es decir, hay que contar con medidas eficaces, hoy por hoy poco divulgadas.
Item más: ¿dejaríamos que a las mujeres se negara un puesto de trabajo por su posible y futura maternidad? No. Procede dar solución a cada caso, comos se hace ya en algunos países donde funciona el estado del bienestar. ¿Por qué no se preparan -padres y madres- para colaborar con las escuelas en la formación de sus hijos, debidamente ayudados por el sector público? En peores garitas
se pierde el dinero de todos.
Y no se olvide: por la vía educativa, y no con procesiones, suelen alcanzarse buenos niveles de igualdad sin caer en la pobreza.
se pierde el dinero de todos.
Y no se olvide: por la vía educativa, y no con procesiones, suelen alcanzarse buenos niveles de igualdad sin caer en la pobreza.
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