La queja está generalizada y con razón: el paro disminuye, pero esta mejora peca por su precariedad y sus salarios reducidos. La causa está en que sobra la oferta de mano de obra y
ha mermado el número de empresarios creadores de puestos de trabajo. Todo porque concurren una serie de circunstancias en la España actual que paralizan las iniciativas privadas.
¿Por qué no hay emprendedores? ¿Por qué no hay inversores ni un ambiente favorable para que surjan en la actualidad? Vuelta a empezar: porque concurren una serie de circunstancias que propician la inestabilidad político-social y se corre el riesgo de perder la inversión y llevar a la ruina al emprendedor.
Por eso se paralizan las iniciativas de cierta dimensión laboral. Prosperan, sí, las grandes empresas multinacionales o las muy pequeñas de ámbito familiar. Pero en ambos casos, los puestos de trabajo están contados y sus titulares muy identificados con sus promotores: no necesitan sindicarse. Los beneficios llegan para todos si la empresa funciona, y no por justicia social; es por pura y mutua conveniencia. Y si no funciona, cambian de aires o se cierran por la vía rápida sin más contratiempos.
No hay empresas suficientes para cubrir la demanda de trabajo, sobra la oferta laboral y los salarios se degradan.
Muy sencillo para algunos políticos: si la iniciativa privada no funciona, promovamos la iniciativa pública. Se acabó el empresario capitalista.
La solución está en marcha. Los partidos populistas -pese a lo predicado en sus proclamas-.no pueden prescindir del dinero y anuncian el más equitativo reparto, claro está, una vez atendida la "necesidad" de sus jerarcas cuando detenten el poder. El resto del país, si se empobrece es por culpa de los ricos que han huido.
Y claro está, también: tal y como funcionamos en España, la respuesta del poco capital activo para pequeños o medianos negocios, bien llega por vías innovadoras a encontrar soluciones, o no llega. Es decir, nos pondremos al borde de que triunfe el populismo. Aparecerán -está sucediendo- nuevas fórmulas de servilismo. Nuevos jerarcas, ahora con puertas correderas.
La política en España está cayendo en los pecados ya ensayados en pasados tiempos. Se maltratan los políticos unos a otros, se movilizan las masas, se proclama la "no violencia"; pero traen la guerra que la sufrimos y pagamos todos.
Esta pérdida de tiempo, de salud y de dinero, está ya en marcha. Muchas gracias, señores políticos, por lo bien que lo hacen.
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