viernes, 9 de marzo de 2018

LO QUE VALE UN EURO

     Fue una apreciación errónea. En la primavera del 2017. no tuve en cuenta lo que vale un euro ni cómo aprecian los mamones de la política la felicidad inmediata que proporciona. Se olvidan de los puntos negativos de la jugada.
     Pensaba -tenía mis razones- que la debilidad estética y ética del PP, a la que añadir una impopularidad cosechada a pulso y con deméritos buscados que ni a propósito,  aconsejaba un giro de timón; una renovación a cara descubierta,  un lavado de filas, un librarse del desecho de tienta y cerrado, de una peste que invadía las que fueron nobles filas del centroderecha  de España...
     Ni sucedió lo por mí pensado:: una retirada a tiempo para hacer un exámen  de conciencia; un retiro austero  para reorganizarse con acierto y maneras.  ¡Hay que lamerse el rabo y reflexionar lo que vale un euro en manos de un político de baja estofa!
     Me recuerda la parábola del mono: las avellanas se veían en el fondo de un coco hueco al alcance de la mano, para el que quisiera agarrarlas a puño prieto. Para salir del cepo, era necesario abrir la mano. Y el mono, ¡ni hablar! Cayó como un pardillo.
     Las elecciones a la catalana, dirigidas desde Madrid, fueron  una lección, un aviso tardío. Los màs preparados lo veían venir. Y por añadidura, los adversarios, están ya movilizados; ¿o no quieren ver el sentido de  demanda colectiva de los pensionados, de las mujeres torturadas, de los sin vivienda, de la discriminación de migrantes,.. ¡Qué se yo!
     No sueltan el euro, ni por pienso.
 

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