jueves, 8 de marzo de 2018

EVOLUCIÓN Y BASURA

    Un viejo amigo me contaba: "Me tocó trabajar en una oficina bancaria -1943, segundo año de hambre - dónde tenìamos plaza doce empleados. Hoy, una oficina similar  quintuplica su capacidad operativa y se basta con cuatro oficinistas. Los trámites se han digitalizado y sobra personal.  Posiblemente, dentro de poco, sobrará la oficina".
    Siguió: "Tres años más  tarde, gané una plaza en el sector público. Hice amistad con un compañero, conocedor del percal que se gastaba en aquel departamento. En son de broma me dijo: Si este "negocio"  me lo adjudicaran  por contrata, yo lo llevaría con más diligencia ganando lo mío y ahorrando un dinero al erario público. ¡Aquí sobra la mitad de la nómina!".
    Sesenta años más tarde las oficinas bancarias cierran negocios millonarios,  sirviéndose  de los avances electrónicos. Ya han digitalizado hasta el servicio de limpieza. Todo está en manos de la electrónica. Todo,  salvo el sector público español. Las nóminas del funcionariado oficial crecen como las ortigas en el terreno más pobre.
    Claro que una reforma racionalizada del funcionariado, guarda íntima relación con el desarrollo de la modernidad y reduciría gastos del erario público. Pero antes hay que contar con los partidos políticos. Lo tiene bien analizado mi viejo amigo: a más partidos más funcionarios públicos, unos en  condición de fijos y otros como interinos hasta que puedan jubilarse; es decir, hasta siempre.
     Está claro. Todos critican la  corrupción. Todos. Y,  cuando empiezan,  enseñan orgullosos su "curriculum"  limpio y brillante. Pero...  -dice  mi amigo-: en cuanto tocan poder, crecen las nóminas oficiales como si fueran basura.
     Y a eso lo llaman democracia...
   

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