Vísperas electorales. Días de promesas, sueños y esperanzas. Ante un prolongado período de pérdidas registrado en numerosas empresas, si se pusieran trabas al despido y los salarios tendieran a crecer, se crearía incertidumbre y temor entre los emprendedores. Todo podría cambiar a peor. Depende de quién ganara las elecciones.
Pero los políticos que anuncian la subida de los salarios no se dan cuenta (o no quieren darse cuenta) de que si no se crea un régimen de incentivos en favor de los empresarios o de los trabajadores, para que no corran peligro los beneficios del negocio, no hay nada que hacer. Nadie crea trabajo si no hay expectativas de ganancias
Se anuncia otro peligro: los sistemas que recurren al régimen de subsidios corren el peligro de que se desborden los límites del déficit, algo vedado por razones obvias y por la ley que rige entre las naciones cuya moneda es el euro. Vease el caso de Grecia.
Por consiguiente dadas las circunstancias que concurren en España, y la posibilidad de que no se alcance el consenso entre los llamados a gobernar el País, la situación puede complicarse, afectar a la estabilidad económica y, como consecuencia, provocar el desánimo inversor, sin el cual no hay creación de empleo que valga.
Si se impone por ley una sustanciosa mejora de salarios, es probable que desaparezcan algunas empresas y cunda el desánimo para crear otras nuevas.
El solo hecho de algunas promesas electorales, anunciadas desde de distintos partidos, está frenando ya la creación de empleo hasta ver los resultados que salgan de las urnas.
Aún ganando el PP si los demás partidos imponen sus criterios, la trayectoria política actual se vería interrumpida por un plazo largo. Como consecuencia bajarían las inversiones y continuaría la crisis con tendencia clara a la recesión. Aumentarías las cifras del paro.
Si España no crea riqueza, podría entenderse que seguiría el paro hasta mantenerse estable, si es que no crece.
¡Estas son lentejas!
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