jueves, 10 de diciembre de 2015

COMPETENCIA ENTRE POLÍTICOS

     No soy quién, y pido perdón de antemano, para inmiscuirme en  la propaganda que los políticos hacen de sus valores, ideas, programas, intenciones, críticas, etc. 
     Ahora bien, si me hubieran puesto en un trance parecido al que soportaron las cuatro figuras señeras de la política española que participaron en el debate del día 07-12-2015,   tendría en cuenta por encima de todo a los nueve millones de telespectadores y -precavidamente- mantendría una distancia respetuosa y educada con mis adversarios(figuras señeras), restándoles importancia y haciéndoles poco caso,  para volcarme sobre el público expectante.
     Y digo esto por pura experiencia y cierto sesgo intuitivo que padezco  y porque -salvo alguna rara excepción- en mi vida he visto en las peleas publicitarias mercantiles, que cuestan un  dineral  a cada firma a costa de su bolsillo, hablar mal del adversario, porque tal cháchara equivale a  perder el tiempo y el dinero que son sagrados. Y si lo importante para el rival es que hablen de lo suyo, mejor permanecer callado.
     Por mi parte,  habría preparado mi discurso para, en mis turnos  y sin salirme del tema puesto sobre el tapete, demostrar: estas son las previsiones y proyectos de mi partido para resolver  los problemas del caso, esta la organización, estos los medios materiales que pondremos en juego, este el presupuesto y el índice de dónde saldrá el dinero,  estos los medios personales y los  equipos  que trabajará en ello, estas nuestras  relaciones en Europa y nuestra influencia para implicarla en el desarrollo que proponemos, este es el calendario, estos los posibles beneficiados, etc. Todo menos hacer promesas al aire. y andar por las nubes. 
      ¿Y si le atacan por la falta de honradez de sus conmilitones o colaboradores que pueden comprometer y hasta anular sus  proyectos? Diría,  lo mismo: Esta es mi organización, éstas las medidas de régimen interno que hemos preparado para evitar los latrocinios, estos los  avales para responder de las pérdidas si se llegaran a producir, etc...
      ¿Y si los opuestos recurren a la calumnia y al insulto personal? Diría: toda injuria es propaganda favorable a la víctima si ésta demuestra su inocencia de forma  irrevocable.
      Entonces ¿qué le parecieron los protagonistas de tan sonado debate? Muy sencillo: los ví capaces de propagar el aburrimiento entre  los telespectadores medianamente instruidos, porque siempre dicen y prometen lo mismo; siempre  bien dispuestos a sacar provecho de la inocencia y buena fe de los que aún  creen en las promesas, nunca avaladas, de politicastros  predicando  la virtud generadora de realidades, como si vendieran una loción contra la calvicie. 
     Mi padre era uno de los creyentes calvos en busca de crecepelos. Siendo yo un niño, le pregunté por la pócima que gastaba:  "¿Te sale el pelo?" Y me  respondió con dolor: "Sí, hijo mío: en el peine". Pero seguía fiel al uso ilusionado de aquella cara e inútil loción. Así es la vida.
    

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