Sé que todo esto importa un carajo a la mayor parte de los mortales (y de las mortalas, no las olvidemos, por favor) pero tiene su intríngulis. Lo digo porque leyendo un diario internáutico, ví que ofrecía un cuestionario en el que daban a elegir al lector, que respondiera. con un sí o un no a unas preguntas, para saber si se identificaba, o no, con unos puntos programáticos expuestos sucintamente por materias. Uno contestaba a las preguntas con buena fe, daba al botón "enviar" y en unos segundos te contestaban diciendo con que partido estabas más identificado.
Personalmente respondì al formulario y la contestación que me dieron fue tajante: estaba identificado, hasta un 85% de sumisión, con el programa del PSOE, al que no voy a votar sin saber por qué y ya son años.
Cuando, ya acostado, hice por la noche examen de conciencia, sentí remordimientos: toda una vida pensando como los socialistas y no haberles votado ni una sola vez, tiene que ser pecado. ¿Por qué? me preguntaba.
Pensaba en Don Pedro Sánchez. Lo veía cuando empezó de secretario general guiñando el ojo izquierdo y, muy recientemente, en sus mítines, cuando lo contemplo cómo se calienta y, para remate de sus peroratas, chilla que se las pela en un "crescendo" peligroso para su yugular que se inflama con riesgo de llegar al estallido. Entonces me echo a temblar. ¡Con tan buena persona como parece...! Me acordaba del Papa, felizmente en activo. Está visto: solo las personas amables, cariñosas, que se presentan en público con humildad y hablando bajito y sin guiñar el izquierdo, se llevan a la gente de calle.
A lo mejor el Sr.Pedro es responsable de que no vote socialista.
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