jueves, 17 de diciembre de 2015

MALA ÍNDOLE POLÍTICA.

     Cuando alguien quiere resolver un problema, llevar a buen destino un proyecto o ganar en un negocio y necesita la colaboración de terceros, suele proceder con educación y buenas maneras. Si entra al juego ladrando y mostrando los caninos, es difícil que alcance algo positivo;  y si  muerde se hace con un enemigo para lo que le quede de vida.
    Las maneras políticas -la buena índole- son norma habitual entre los vocacionalmente entregados al servicio de los demás. Tales maneras incluyen varias virtudes, entre ellas la habilidad y la diplomacia donde quiera que se actúe. Es la forma de engancharse a la democracia constructiva. Todos tenemos algo  positivo que aportar y se gana más y mejor, para todos, siendo  antes educados que groseros.
     Un político ha de saber decir "no" en muchas ocasiones; este "no" hay que razonarlo, y las razones cuando son  auténticas han de exponerse  de forma  convincente y con buena educación.
     Los políticos españoles, en gran número, han elegido esa carrera por ambiciones personales y se les nota a distancia. Como no tienen conciencia clara del terreno que pisan, les falta finura, delicadeza, educación en ese trascendente servicio  a los demás; sobre todo a los más débiles. Lo cual no impide, en la vida real, la aplicación de una ingeniosa ironía asimilable por todos los que se distinguen por su buen sentido del humor
    Termino: hay  que saber estar firmes y derechos. A la grosería infamante (que deshonra y rebaja) de Pedro Sánchez, debió responder Mariano Rajoy  con firmeza y  derechura, tomando puerta y dejando  a su adversario a solas con el moderador que no sabía su oficio.
     Ya lo dijo con belleza Gómez Manrique en el Siglo XV: "Nobles discretos varones/que gobernáis a Toledo,/en aquestos escalones/desechad las aficiones,/codicias, amor y miedo./ Por los comunes provechos/ dexad los particulares./ Pues vos fizo Dios pilares/ de tan riquísimos techos/ estad firmes y derechos".

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