jueves, 24 de diciembre de 2015

LE FALTAN DOS HERVORES

     Desde la serenidad, sin pasión, con ánimo constructivo, hay que reconocer que Pedro Sánchez no es un líder digno del PSOE. Empezó haciendo trampas y juegos malabares con los artilugios más simplistas, y terminará por tener enemigos entre los políticos de su cuerda.
     Simplista fué la descalificación que hizo en Madrid de un candidato que no le gustaba, pese a ser elegido en unas primarias a las que tanto alabó por ser un claro signo de pureza democrática. En ese mismo momento, me dije: "¡Ostras con Pedrín! Es como para no fiarse del padre de uno".
     He soportado sus discursos, (los del Sr.Sánchez) sus frases, su mímica, su  pobreza idiomática, sus vulgares pensamientos, sus sonrisas de libro y suficiencia del corto. Llegué a esa conclusión: al PSOE le van a dar un palo en las próximas elecciones y su jerife mayor, el meritado Sr. Sánchez, va a tener la caradura de sentirse ganador.      
     Recuerdo los discursos de Indalecio Prieto -nada que ver con los del aludido líder - donde  se comprueba cómo deslizaba ideas para meditar, desde una prosa didáctica, convincente, objetiva, hasta sugerir con sencillez que la razón estaba de su parte,  y de que, en virtud de ese mérito, Prieto se hacía digno de la confianza y del  voto de sus oyentes. Fue el primero en no  caer en las trampas democráticas -consigna staliniana durante la guerra civil- que los comunistas trajeron junto con su armamento y consejeros bélicos, para hacerse con el poder republicano (algo que no tiene en cuenta la tan llevada y traída "memoria histórica" de nuestros amores).
     Miren por donde la historia ofrece situaciones si no idénticas,  coincidentes en algunas líneas. No estamos en guerra. Es la hora de la diplomacia. Las ambiciones hay que dotarlas de un ropaje respetuoso, porque de lo contrario se cierra el  paso a soluciones convenientes para la mayoría. Ya en la escenificación del primer saludo, se adivinaba la mala uva del visitante Sánchez, al llegar al ámbito monclovita.
     ¡El protagonista no daba más de sí! Le faltan dos hervores.
   

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