Después de la guerra del 36, prohibida en España la presencia de partidos políticos, sometidos a censura los medios de información y controladas las reuniones más inocentes por la vigilancia gubernativa, los ciudadanos vivieron una disciplina que sufrió mucho más el común de las gentes que los indómitos rebeldes preparados para escaquearse de tanto rigor.
Era el contrapunto ante la caterva de partidos que, por ambiciones personales, fueron incapaces de ponerse de acuerdo durante la II República para gestionar este país llamado España.
Los españoles vamos de un extremo a otro: todo o nada. Vivimos sin partidos políticos cerca de cuarenta años y cuando se abrió el grifo fueron tantos los que se registraron, que se llegó a pensar en gobiernos formados por una sopa de letras.
Por eso, los legisladores procuraron favorecer el bipartidismo, propio de naciones adelantadas, sin tener en cuenta que siendo pocos los partidos en el poder, los favorecidos con cargos políticos en España, a nada que pisan moqueta y cobran por ello, tienden a perpetuarse hasta convertirse en político adictos. Razón para no dimitir. De ahí a valerse de medios sospechosos y hasta delictivos para redondear fortunas desde la política, solo hay un paso. No se cansan de repetir, todos, que luchan por defender la felicidad de los españoles, pero cuando las cosas empeoran las gentes quieren el cambio; prefieren lo nuevo.
Al calor de esa novedad surgen partidos (es el caso de Ciudadanos y Podemos), que empiezan por anunciar sus deseos de justicia en favor de los más desasistidos de la población y la gente los cree. Los partidos ya gastados, aun diciendo lo mismo, no son creíbles y caen en picado.
La salvación de estos partidos viejos está en unirse y crear así una novedad ya ensayada en la Europa unida. Esto lo entrevé Mariano Rajoy que, aun siendo castigado por el desafuero de propios y ajenos, (que lo van a matar a disgustos) es el más cauto de los políticos al uso en esta España nuestra. Pero para el PSOE (quién te ha visto y quién te ve) la terquedad es una virtud.
Dicen los expertos que unas nuevas elecciones van a favorecer a "Podemos" y perjudicar sobre todo al PSOE, partido dividido hasta las cachas.
Siendo así -lo dicen también los expertos- , tendremos nuevas elecciones con algunos cambios y, si no quiere ir de culo, el PP tendrá que renovar el vestuario y mejorar su programa. Tendrá que ser más emotivo y mejor didáctico. Lo pide el pueblo que vota.
En fin, España pudiendo ponerse a la altura de Francia y Alemania, puede descender a los bajos fondos de Grecia. ¡En ésas estamos!
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