martes, 22 de diciembre de 2015

EMOTIVOS Y MONOCORDES

    En el País Vasco peninsular, los electores nacionalistas se han visto sorprendidos por el triunfo de "Podemos" en unos territorios históricos (antes Provincias exentas) donde las huestes soberanistas (conjunto de seguidores de una causa), esta vez vencidas,  suelen copar las mayorías  al contabilizar las papeletas urna  tras urna.
    ¿Cómo es posible? ¿En qué han fallado?
    Se han publicado a este respecto las más especulativas teorías.  cuando la explicación, en dos tiempos, es muy  sencilla, dentro de la complejidad que supone interpretar los movimientos de las masas humanas.
     Por ejemplo -además de otros condicionantes- el error del PP fue su empeño en  atraer votantes basando su propaganda en un concepto ideológico: mantener la estabilidad de unas medidas que aseguraren el desarrollo económico para salir de la crisis. Esta teoría conceptual sólo es asumible por quienes tienen tiempo para meditarla y ciertos conocimientos. Es una propuesta a la que le falta emoción, sentimiento; propuesta inútil para seducir al voto.
      Muy al contrario, los nacionalistas sí saben manejar  el argumento emotivo, pero no lo renuevan. En el subconsciente de todo soberanista yace la idea  de que los sentimientos de alegría y felicidad no se colmarán hasta que Euskadi no sea el oasis independiente con el que soñaron varias generaciones de vascos. Por supuesto el bienestar más confortable está emparejado al goce de la tierra prometida.
     Ese sueño  prometido, quiérase no, pìerde emotividad cuando pasan los años y no se alcanza; o lo alcanzan unos pocos que por ser nacionalistas distinguidos, viven un poder limitado pero confortable, mientras la mayoría sigue trajinàndose el diario quehacer con  el sudor de sus más delicados poros.
     ¿Cuáles han sido las promesas de "Podemos"? Muy emotivas y entre ellas la deseada autodeterminación de los vascos, mediante  un reforma de las leyes españolas  impuestas desde Madrid,  desde donde quieren mandar; algo práctico, que no han querido para sí los nacionalistas, creyendo que  el sueño paradisiaco se logra desde las orillas del Nervión.
     ¿Y qué mas? Acabar con el paro o  subvencionar a los parados con un salario mínimo para todos, ofrecer estudios universitarios  gratuitos, brindar una medicina pública universal, incluidos emigrantes, prestación de recursos a  los desasistidos,  etc. etc. hasta superar la justicia social de los países más avanzados.
      No cabe promesa más emotiva:  el  cielo en la tierra, sin  perder el derecho  a una justa y saludable autodeterminación soberanista, que nos permita disfrutar de Europa sin pago alguno de contrapartidas.
     No resulta rara su ganancia electoral.

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