II
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EL SECESIONISMO EN MARCHA. Los legisladores que aprobaron la Constitución española
quisieron que España siguiera existiendo como nación, pero la fraccionaron
en comunidades autónomas, donde dos de ellas -por lo menos-, contaban con
minorías potentes que nunca negaron su aspiración a constituirse en sendas
Naciones – Estado, independientes del resto de España.
La experiencia ha demostrado que las autonomías con aspiraciones
soberanistas se han constituido en
modelo a imitar por otras que se consideran no inferiores para gozar. También, de
una soberanía a su medida.
Oído al parche: Pedro Sánchez, del PSOE, quiere constituir una
España federal. Se suelen confederar los Estados que ceden competencias en favor del Poder Central
naciente. ¡Pero si aquí lo que se quiere
es lo contrario! ¿Estamos idos?
Todos estos experimentos autonómicos han ido en desprestigio del
Poder central y en aumento –de
hecho- del Poder autonómico de Cataluña
y del País Vasco, por lo menos. En realidad se ha producido una transformación
que ha dado una influencia extraordinaria a los independentistas de estas
nacionalidades autonómicas. Esto ha ido en beneficio político de los
nacionalistas, muchos de los cuales no
se sienten españoles y se creen expoliados por la nación llamada España.
En el año 2010 se planteó en el Parlamento Vasco una pregunta para
conocer la dimensión del sector público vasco. Los datos expuestos daban idea del número de
funcionarios oficiales que rondaba las 77.000 personas en nómina, y el los colocados en empresas públicas en las
que participaban –alternativamente- el Gobierno Vasco, las Diputaciones o los
Ayuntamientos. Se contaron 450 entidades públicas que colocaban a más de 45.000
personas.
Se comprende, al contabilizar los votos del País Vasco, que poco a
poco, al paso de los años, hayan ido mejorando los partidos nacionalistas, en
detrimento de los que no son de su cuerda.
Este aumento paulatino de poder -al que no resto méritos- favorable a
los nacionalistas, solo demuestra que han jugado con las cartas que les tocaron
en suerte, con más ingenio, agudeza y constancia que sus adversarios. ¿Por qué esas
fuerzas defensoras de la Constitución, han perdido terreno y votos? Si tomamos como
referencia el punto de partida es para echarse a temblar. No existían ni con
mucho las diferencias que hoy se dan. La causa está en la renuncia no expresa
–aunque demostrable- del Poder central a
ejercer los derechos que le otorgan la Constitución y demás leyes vigentes,
incluidos los Estatutos de Autonomía.
A medida que pasaban los
años los votantes a partidos constitucionalistas en el País Vasco (y otro tanto
sucede en Cataluña), fueron viendo como los problemas de sus paisanos, salían mejor resueltos para los que se acercaban al lobby nacionalista que para quienes seguían
confiando en la grandeza de España. He aquí por qué crecen los residentes en el
País Vasco (y en Cataluña) que piensan que los partidos de ámbito español en
ambos territorios van a terminar siendo
testimoniales. Como muestra basta ver la nómina de un guardia civil y
compararla con la de un policía autónomo
vasco. Que conste: los malos no son los nacionalistas…
¡Les diría, pero no quiero aburrirles, hasta donde llega el mérito
de sentirse español en el País Vasco peninsular!
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