jueves, 16 de julio de 2015

DIVAGACIONES DESDE VASCONIA - 1


ESPAÑOLES Y VASCOS. No es cosa de someter a debate las cualidades personales de nadie, y menos las de todo español  cargado de buenas intenciones con residencia en el País Vasco peninsular; entre otras cosas, porque en el susodicho territorio, ante quienes se manifiestan y significan, con moderación pero sin ambigüedades como españoles, no les esperan buenos tiempos.  A todos los encuadrables en tal sector  les conviene ser solidarios entre sí.
Ese sector viene a estar formado por todos aquellos que sabiéndose originarios de muy distintos puntos de España, más  menos alejados del País Vasco, se identifican con la herencia cultural vasca sin dejar por ello de sentirse igualmente integrados en  España, lo que les da la condición de españoles  ante las demás naciones del Mundo.
Y a mi parecer, cualquiera que sea el empeño de los vasquizantes por mimetizar a estos oriundos de otras regiones de España, los mejor preparados nunca aceptaran el camuflaje, no por sentirse más o menos superiores a nadie, sino por un rasgo de autenticidad.
Particularmente me encuentro inmerso en esa autenticidad española por ser “cuarterón” que dirían en Cuba -para indicar que dos de mis ocho primeros apellidos son de pura raíz vasco-alavesa-,  lo que me impide renegar de nada  o  disimular mi condición genuínamente  española,  sin dejar en mal lugar a los Fernández de Basterra o a los Rúiz de Luzuriaga, mis antepasados, que funcionaron siempre como españoles  sin por ello dejar de ser vascos.
Dicho lo cual, como ya señalé en cierta ocasión, advertidos de que  en el País Vasco peninsular se detecta  una tendencia  -entre algunos españoles,  o entre hijos o nietos de este origen-,  a escribir con ortografía batua sus nombres y apellidos hispánicos, se llega a la conclusión de que si algo falta para acabar con este mestizaje de vuelo corto, es contar con un líder o una lideresa que nos lleve por el buen camino  a estos que somos vascos pero no queremos dejar de ser españoles, algo que no puede calificarse de imposible 
Ahora bien, no quisiera caer en el pecado que tantas veces se repite de no entender a mis coetáneos porque no me pongo en su lugar. ¡Ya se verá!
 A medida que el dominio nacionalista se ha impuesto en la sociedad vasca, va tomando flujo una corriente que de manera insensible pero constante nos aleja de la marea  española. Prueba de ello es que los partidos políticos de ámbito nacional, van perdiendo fuerza hasta el punto de verse convertidos  en figuras residuales; pueden pasar de lo que pudieron  ser y fueron, a lo que ya son, en camino hacia el   fracaso si alguien no lo remedia. Es de temer que los más interesados  no hayan tomado conciencia de lo que pasa.

(Continuará)

No hay comentarios:

Publicar un comentario