sábado, 28 de febrero de 2015

LA INDIGNADA GREY ESTUDIANTIL.

    Puesto que no  estoy, en punto a salud,  mal del todo  y debido a que, en mi larga vida,  me han obligado en demasía a comulgar con  ruedas de molino,  me da por  decir lo que pienso sin conmiseración y tirando a degüello, eso sí, sin faltar a las personas, ¡Dios me libre! Me limito a constatar hechos y voy tirando.
    Los universitarios españoles -no todos- se han echado a la calle a montar el cirio,  porque no quieren ciertas reformas.
    Voy al ordenador, tecleo y busco el nivel de los estudios universitarios en España. ¡Jesús qué horror!
     España tiene setenta y siete universidades: cincuenta públicas y veintisiete privadas. Me parece un exceso para lo que suele dar de sí el material.
     El treinta y cinco  por ciento de sus alumnos -según ciertos datos que me parecen fidelignos- no acaban los estudios. Si así fuera,  estamos ante una inversión ruinosa, si se mira el asunto con criterios mercantiles.
    El tiempo medio utilizado para terminar una carrera, por el  conjunto estudiantil, es de los más largos de Europa.
    Ninguna de las setenta y siete universidades españolas está entre las ciento cincuenta primeras, calificadas como las mejores del planeta Tierra.
    En esas,condiciones mover a la muchachada -digo yo- para protestar por algo que viene impuesto por la lógica  destinada a rentabilizar la forja de talentos, es poner en marcha una reclamación que la pagamos todos.
    En un país como España donde siempre hubo delatores resentidos, todo nace de un afán igualitario: Estoy de acuerdo. La generalización de estudios universitarios fue promovida para facilitar a las las familias carentes de recursos,  el acceso de sus vástagos a la universidad. Los ricos siempre tienen medios donde elegir  -como así sucede- la universidad que les conviene y que da brillo a su título. Los alumnos con talento pero pobres, no tenían por què verse  perjudicados. Pero una universidad para tontos y vagos -sean pobres o ricos- no tiene sentido.
    Nos encontramos ahora con que los jóvenes con talento y voluntad,  han de aguantar lo suyo. Es más laborioso y pesado tirar de un carro lleno de tontos y vagos, que soportar a los estudiantes ricos, siempre que no sean partidarios de la molicie.
  Alguien, algún día, analizará las causas de esa mediocridad universitaria que paga España.
  Por algo será.que no estamos entre los ciento cincuenta primeros de la tabla clasificatoria.

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