sábado, 14 de febrero de 2015

OFERTA Y DEMANDA DE TRABAJO.

   Por mucho que se razonen y mantengan teorías en pro de la dignificación   de los puestos de trabajo, la excesiva oferta de mano de obra poco cualificada y la escasa demanda de trabajadores impone su ley: por esa razón prosperan la economía sumergida, los trabajos a tiempo parcial, los bajos salarios, la inmigración, las empresas clandestinas, etc. En suma crece la masa de los "colocados" al margen de la ley (que es la mayor indignidad laboral) e incluso aumenta la existencia de grupos sin nada que perder  obligados a vivir muy pobremente y bajo vigilancia policial.
   Entonces para paliar los efectos de esta situación se implora ante los Estados la adopción de medidas de justicia social, que en el fondo no son otras que las de subsidiar a los necesitados.
   El efecto es inmediato: aumenta el número de parados no tanto con los de casa,  sino con los que llegan de fuera. Soy consciente de que el sólo hecho de constatar esta realidad es políticamente incorrecto, e incluso a nada que uno se descuide se expone a que lo llamen racista y hasta genocida y de ahí a defenestrarlo sólo hay un paso.
   Pero estos subsidios solo son posibles si se aumenta la presión tributaria y, en el caso de  no poder sobrepasar unos límites, buscando la forma de crear empleos públicos, que es lo que sucede en los países donde se pone en práctica el socialismo real. Empleos que al final se convierten, en el mejor de los casos, en el más justo y equitativo reparto de una pobreza generalizada.
   Ahora examinen ustedes los distintos programas de los partidos políticos y vean los equilibrios que tienen quehacer  para prometer y luego dar la mitad de la mitad, si acaso les llega; también pueden  cargarse de deudas  que pagarán nuestros nietos, pese al hecho de  nacer arruinados..
   Todo por no reconocer que la forma de que prospere un país, solo es  posible con una gran preparación profesional de su habitantes y con mayor desarrollo y práctica  de los valores éticos; es decir con muchos menos gobernantes y políticos y mas decencia personal.
   Y como en España,  para ejercer de políticos hay excesiva demanda y para ser decentes poca oferta, ¡así andamos de chingados!
 

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