miércoles, 25 de febrero de 2015

PROBLEMA PATRIO

     La Nación está enferma. Viendo y oyendo a los padres de la Patria en el templo de los debates, aún llega uno más lejos: la Nación está muy enferma.
     Todos los sesudos varones y sesudas y además estupendas señoras, ayer reunidos en la Cámara baja para analizar el estado de la Nación,  nos dieron a entender que estamos al borde de la quiebra. Y digo "nos dieron a entender", porque todos los que parlaron, menos uno, así lo afirmaron con plena seguridad y el único que se atrevió a abrir la espita de la esperanza, lo hizo con tantas cautelas como para no sacarnos de  dudas.
     Mis recuerdos de niño me  llevan a una escena de familia, reunida ante la  grave enfermedad de la persona que, de morir, se llevaría consigo la llave de la despensa. El médico de cabecera se vio desbordado y sugirió -eran otros tiempos- reunir en consejo a varios médicos para decidir lo conveniente para la salvación del enfermo. Cada uno puso sobre la mesa lo mejor de su sabiduría en un clima de respeto mutuo que generó un debate constructivo. Al final acertaron pero, aun sucediendo lo contrario, salieron de la reunión convencidos de que habían  puesto de su parte todo lo que sabían. Y volvieron a sus casas en paz y en gracia de Dios.
      La Nación, España, está muy enferma, y la reunión de ayer pudo servir para que los apoderados por los españoles para sanarla, se pusieran de acuerdo, primero en el diagnóstico y luego en el plan a seguir para remontar la enfermedad.
     ¿Que hicieron? Ponerse a parir los unos contra los otros y anular al único que aportó unas pocas ideas.
     ¿Sentido constructivo? Nulo. ¿Buena educación? Ninguna. ¿Idea de futuro? Controvertida.
¿Eficacia ante lo que nos puede caer encima? Cero. Cuando los rabadanes no se ponen de acuerdo, oveja muerta.
     Serán los españoles, uno a uno, pechando cada cual con el problema que le ha tocado en suerte, los que habrán de salvar su propio pellejo.
     Ya  pasó en el 36. Los políticos nos llevaron a la guerra. Hundieron al País con todos dentro. ¡Jesús que horror! Luego, a fuerza de hambres y de matar piojos, fueron los españoles de a pie los que tuvieron que reflotarlo.
     La vida es así, pero no aprendemos.

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