martes, 24 de febrero de 2015

LA POLÍTICA COMO OFICIO

   El oficio de político lo asume una mayoría de personajes sin pasar antes por una escuela donde aprenderlo. Esa falta de formación  se nota  a la legua. Que se lo pregunten si no a la alcaldesa que discurseó en valenciano para hacer el ridículo; es lo peor que puede sucederle a un ser humano que vive de la opinión pública. Se supone que esa falta de profesionalidad no les quita el sueño a  estos robaperas de la política, que recuerdan  a los clérigos  de misa y olla de lejanos tiempos.
   La política tomada como oficio sin la debida preparación, obliga a contar con asesores que paga el contribuyente, con un peligro. Porque ¿a quién elegir como asesor? ¡No preguntes que te dejan de cuadra! Pero ya se sabe: los preferidos suelen ser familiares y amigos. Es lo normal.
      Se me acusa por mi afilada  prosa dirigida contra los políticos,  y esto es verdad. Ataco a los políticos ganapanes  que se forran por oficio, pero  nunca a los que demuestran vocación, conocimiento del servicio que se les pide y auténtica entrega  en defensa del bien común. Estos ganapanes, en todos los partidos, son los que han desprestigiado el noble arte de la política. ¡A mi no me miren!
     No obstante,  la corrupción no es un mal que afecta solo a los políticos. Ellos dan la pauta, cuando debieran ser ejemplo de todo lo contrario. Porque son ellos los que al abusar  del poder emanado de las instituciones o entidades públicas o a ellas paralelas , en beneficio personal o de familiares y amiguetes, están abriendo el surco del todo vale. Y si lo hacen en nombre de la patria (y fingen una su sacrificada entrega, como esta pasando en Cataluña), es. como decían los antiguos,  el acabose .
   ¿Que no hay tanta corrupción como  parece? . "Transparency International" ha medido el índice de corrupción  de muchos países. Al totalmente corrupto, le ponen un 0; a la ausencia de corrupción, un 10. La nota de España, un 6,1 ;  la de Grecia un 3,1.   La de Suecia un 9,2., es decir, un 0,8 de corrupción.
    La, corrupción no es un mal coyuntural, sino un mal cultural, es decir  fuertemente arraigado; muy  metido en las entrañas de un pueblo. Para su desarraigo, hay que empezar desde  la escuela y dar ejemplo dentro de cada familia. Porque,  ¿quién de nosotros no ha escamoteado el IVA cuando el fontanero nos ha cambiado la cisterna del baño o cosa parecida?
     Los países con menor corrupción son los que menor paro tienen, donde más igualadas están las clases sociales, donde mejor viven y con menos pobreza.
     Cuando los políticos, para captar votos nos  hablan de cambio,  nos toman por  tontos. Y si llegamos a creerlos, pecamos como tontos. Los cambios de verdad llegan por la vía del aprendizaje de una asignatura que se llama "calidad ciudadana". Es una tarea de efectos lentos.
    Y los políticos, ¿para qué  nos sirven? Cuando mucho prometen,  suelen dar poco; cuando ofrecen cambio, todo seguirá igual o peor.  Ejemplo: Grecia.

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