jueves, 29 de noviembre de 2018

PARA LOS CUATRO DÍAS QUE ME QUEDAN (44)

     NO HAY MOSCAS.- Desde mi más tierna infancia - nací en un pueblo agrícola - mi convivencia con moscas a mansalva no tenía remedio. La cocina familiar era un cobijo natural, una sala de estar, con dos peligros: la puerta de entrada abierta (¡qué hay corriente!) y las moscas.
     Ahora, en nuestros días, no hay moscas y, al paso, van desapareciendo  las cocinas. ¿Se dictaron leyes a tal fin?. Nunca. Han cambiado las costumbres: eso es todo. Dentro de poco las  casas  prescindirán de los dormitorios: las camas se alojarán en un tubo.
     Los que cambian muy poco son  los políticos viciados, como están,  por doctrinas superadas por la evolución de mil factores  que hace un siglo no existían. Repartir comidas a la carta  y a domicilio con un patín, no era posible ni en sueños.
     A la vista de esta  realidad, -cambio de costumbres por innovaciones no soñadas- hay que amoldarse. Si tú,  individuo, -en suma ser humano- estimas que lo moderno es dirigirse a un auditorio, diciendo  "españoles, y españolas", "vascos y vascas" cuando ya existía el "damas y caballeros" dándoles prioridad a las señoras, solo demuestras tus limitaciones que no se superan ni viajando a Cuba.
     En manos, los gobiernos, de estos  incapaces, lo de dormir en un tubo no va descaminado, mientras predican una vida digna con la que dar ejemplo. ¡Y la viven!
     Entiéndase: no veo diferencias entre  derechas e izquierdas. El cambio solo se puede confíar,a los muy preparados y con vocación para darse a los demás.
     ¿Dónde están?





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