jueves, 16 de noviembre de 2017

EMPOBRECER A UN PAÍS

     Situar a un país entre los más ricos del mundo cuando muchos de sus habitantes viven pobremente, es absurdo además de dar pruebas de un cinismo desbocado. Un país es rico cuando la
inmensa mayoría de sus habitantes también lo es.
     Este es el caso de España, donde la pobreza daña a  millones de compatriota que la sufren con pocas esperanzas de redimirse algún día.
     Todos los políticos prometen la solución del problema pero a nadie advierten de cómo lo harán. Y si recurrimos a examinar la historia, la ruta seguida por estos líderes del bienestar ajeno, siempre es la misma: la caridad (o la justicia) bien entendida empieza por uno mismo. Primero resolvamos mi problema y el de mis parientes y amigos, que tiempo habrá para ocuparse de la muchedumbre que  padece de abandono.
      Lo malo del caso es la credulidad de las verdaderas víctimas. Para salir de la pobreza, créanme, no hay que confiar en promesas necesitadas para cumplirse de generosas consignaciones presupuestarias; querer vestir a un santo dejando desnudos a otros, no resuelve nada.
      ¿Y qué hacer?
       Administrar bien lo poco que hay para dedicarlo a tener una escuela que funcione.
      ¿Acaso no funciona?  Sin acaso: no funciona, mayormente por culpa de los políticos. Léanse los informes de PISA.
       ¿Administrar bien? ¿Cuanto  nos costará a todos los españoles -incluidos los catalanes- la broma secesionista urdida por sectarios prometedores de un bienestar más que problemático?
       La escuela no funciona. Puede que sea sectaria.

No hay comentarios:

Publicar un comentario