martes, 7 de noviembre de 2017

EL PODER CAMBIA DE MANOS

   Definitivo: los que vivieron a plena conciencia los momentos iniciales de la guerra civil del 36, recordarán que el cambio de la decoración patriótica en calles  y plazas se produjo en  veinticuatro horas. Eran otros los que mandaban y salieron a relucir sus uniformes, sus distintivos, sus saludos. Y fueron muchos los que huyeron...
   A lo largo de una vida estos cambios suelen producirse con más discreción, pero las señales son las mismas,  aunque se pongan en evidencia con menos descaro. Grandes empresas mercantiles huyen de Cataluña. ¡Cambio a la vista! ¿Identificable?  Claro.
   Ellos, los españoles, creyeron  que la democracia era como el ungüento amarillo, y resulta que no. La inventiva del género humano corrompe hasta el lenguaje. Una cosa es la democracia teórica, y otra muy distinta la puesta en práctica por incontables "demócratas". Véase como modelo la votación del 1-O, base del nacimiento de Cataluña como nación debidamente consagrada.
    ¿Qué parecido se puede encontrar entre el purificado nacionalismo inicial de  Sabino de Arana y éste abortado -de  momento- en la Cataluña donde ha imperado la corrupción democrática más sofisticada de los modernos tiempos?
     Cuando las cosas se complican -y la política en España no puede ser más enrevesada- los cambios, por inesperados, no pueden ser más peligrosos. ¡Ganancia de pescadores!
      Una ciudad como Madrid -donde residen millones de habitantes-  puede gobernarse por un Ayuntamiento sin más complicaciones. Una Comunidad Autónoma  como el País  Vasco, necesita un Parlamento y  un Gobierno autonómicos, tres parlamentos bajo el nombre de Juntas Generales (uno por provincia) y sus respectivas Diputaciones Forales y una colección de empresas públicas, para dos millones de residentes.
      Ni apruebo ni condeno. Constato. Y pregunto ¿Sabemos cuál es el índice tributario comparado de Euskadi? ¿No hay fórmulas más sencillas de gobernar a un pueblo tan formado como el vasco?
     Todo se explica. Adivínenlo.



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