viernes, 1 de septiembre de 2017

GLOSA DE UN POLÍTICO ASTUTO

     Desde que se implantó la democracia nadie, entre los políticos al uso,  causó tan buena, tan grata impresión, como  el joven profesor que  tuvo la osadía de confesar en un acto público la gran novedad que lo calificaba:   no era. y en consecuencia -él lo dijo- no quería que nadie lo confundiera con un macho alfa. Solo pretendía ser  un humilde y honrado trajinante  de la verdad, limpio y claro hasta ser paradigmático.
    Al macho alfa se le pueden asignar dos acepciones: la del macho dirigente por ser capaz, gracias a su talento y a su astucia, de liderar con éxito un partido político, o la del macho dominante por  su actitud impuesta ante la manada para ejercer de semental con garantías de éxito en el fondo y en la forma. De donde se deduce que ser macho, y además alfa, es un  alto honor del, que nadie se avergüenza si, además,  es un caballero con las damas.
    Item más: No ha de confundirse esta virtud, con un verdadero empeño, proclamado en público por el ya popular político: voy a dejarme la piel para imponer la justicia social. Algo así como a no parar hasta tener limpio, el patio España,  de malandrines y felones.
     Mirado el asunto desde mi perspectiva -dicho con todos los respetos y después de guiarme por la torre faro desde la que me envían señales para adivinar por dónde irá la madre patria- puedo asegurar que el astuto político no tiene rival que pueda hacerle sombra.
     Además, es un artista y sabe cómo pasar de las musas al teatro. Sabe cómo entrelazar la coleta con maestría. Y más difícil: llegó a crear y comandar a un grupo de actores  universitarios.
    ¡Hay que ver como interpretó "el beso en la boca" en el hemiciclo!
     Llegará lejos, a  nada  que perfeccione su sonrisa de cómo ganar amigos.



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