Se sobrentiende que cualquier convenio, acuerdo o pacto entre personas responsables, se alcanza a partir de un requisito: obrar de buena fe. La buena fe incluye el respeto a unos principios de verdad, de lealtad, de honradez.
En el polo opuesto están la insidia (el engaño oculto y disimulado en perjuicio de alguien) y la maquinación (plan oculto para conseguir un fin).
La guerra civil de 1936 pesaba y sigue pesando en la vida española y para alcanzar un mínimo de convivencia digna de tal nombre, una pléyade de políticos fieles a distintas doctrinas acordaron de buena fe poner a España en marcha bajo principios democráticos.
No todos jugaron esta baza de buena fe, pero los españoles se dejaron guiar por el sentido común y dieron el poder a políticos moderados que con crisis o sin ella, trajeron un cambio social a toda España.
Pero aquella generación pasó y la estabilidad política que por una vez favoreció a los españoles, también pasó; y llegaron otros y con ellos los malandrines y felones al viejo estilo. La España podrida surgió de nuevo, nos debilitó como pueblo y, es lógico, aparecieron los renovadores.
El resultado esta a la vista. En Cataluña se escenifica un acto cuyo desenlace nos lleva a terrenos resbaladizos. Estamos en el disparadero. El primer episodio, lleno de insidia y de maquinación, nos muestra la profundidad del abismo que España bordea.
Nos espera un otoño ventoso. No sabemos, por ahora, si será un huracán.
No hay comentarios:
Publicar un comentario