jueves, 7 de septiembre de 2017

¡CUÁNTA INSIDIA! ¡CUÁNTA MAQUINACIÓN!

     Se sobrentiende que cualquier convenio, acuerdo o pacto entre personas responsables,  se alcanza a  partir de un requisito: obrar de buena fe. La buena fe incluye el respeto a unos principios de verdad, de lealtad, de honradez.
     En el polo opuesto están la insidia (el engaño oculto y disimulado en perjuicio de alguien) y la maquinación (plan  oculto para conseguir un fin).
     La guerra civil de 1936 pesaba y sigue pesando en la vida española  y para alcanzar un mínimo de convivencia digna de tal nombre, una pléyade de políticos fieles a distintas doctrinas acordaron de buena fe poner a España en marcha bajo principios democráticos.
     No todos jugaron esta baza de buena fe, pero los españoles se dejaron guiar por el sentido común y dieron el poder a políticos moderados que con crisis o sin ella, trajeron un cambio social a toda España.
     Pero aquella generación pasó y la estabilidad política que por una vez favoreció a los españoles, también pasó;  y  llegaron otros y con ellos los malandrines y felones al viejo estilo. La España podrida surgió de nuevo, nos debilitó como pueblo y, es lógico, aparecieron los renovadores.
     El resultado esta a la vista. En Cataluña se escenifica un acto cuyo desenlace nos lleva a terrenos resbaladizos. Estamos en el disparadero. El primer episodio, lleno de insidia y de maquinación, nos muestra la profundidad del abismo que España bordea.
     Nos espera un otoño ventoso. No sabemos, por ahora, si será un huracán.

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