jueves, 21 de septiembre de 2017
BUENOS Y MALOS POLÍTICOS
Está comprobado que la mala moneda, desplaza a la buena. Al generalizarse la plata, fue desapareciendo el oro. Al ponerse en circulación el cobre, la plata siguió una ruta parecida: el papel fue retirando al metal. Terminaremos por implantar los pagos y cobros por la vía digital, con un móvil o instrumento de poco volumen y menos peso.
Si observamos sin pasión el panorama del mundo, se advierte que la presencia o circulación de los políticos -derivados la gran familia homínida, bípeda e implume- se sucede bajo el mismo criterio: los malos desplazan a los buenos.
Es sabido que las guerras son el fracaso de la política. Con el paso de los años, cada nueva guerra tiende a extenderse y es peor, más cruel, más sanguinaria, mas odiosa que las anteriores..
Los países que cuentan con buenos políticos funcionan si ruidos; tanto que apenas se les conoce y no salen del anonimato. Es la virtud más admirable: como apenas suenan no reciben felicitaciones.
Nunca se les agradecerá esa paz lo suficiente
No es el caso de España, país que además de tener una historia cargada de luchas exteriores, mantiene un buen puñado de políticos peores que la sarna. No se conforman. Cuando no nos arrastran a padecer un dictadura, nos arman la marimorena para vendernos una falsa democracia tras de la cual se esconde un cuadrilla de ladrones; o -alternativamente- para alistarnos a una de esas peleas llamadas -no sé por qué- guerras civiles.
De cualquier forma y según parece -lo vemos en el día a día- los malos políticos nos arrastran a la necedad de la que además suelen sentirse orgullosos: desplazar a los buenos.
Y el pueblo fiel -que se tiene por progresista- parece no darse cuenta: él tendrá que pagar los platos rotos.
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