martes, 26 de septiembre de 2017
NECESIDAD DE UN CAMBIO
Creo recordar haber estudiado que, en la última década del siglo XVIII, España perdió la que llamaron guerra de los Pirineos o de la Convención; guerra que nos enfrentó con los franceses y puso en evidencia que nuestro país había perdido fuelle; estaba en plena decadencia en medio de una sociedad corrupta muy generalizada entre cortesanos que mal dirigían la política del reino.
Esa corrupción proyectada sobre el siglo XIX nos llevó a la ruina. Los historiadores elogian el heroísmo de las clases populares durante la siguiente guerra llamada de la Independencia. No han acabado aún las alabanzas en favor del empeño de un pueblo en no dejarse dominar por los franceses revolucionarios en la guerra napoleónica.
El hecho es que en la España arruinada por esa guerra contra Napoleón, resultaron victoriosos de puertas adentro, los partidarios del antiguo régimen frente a los que pedían un cambio: sustituir la monarquía absoluta por la que llamarían constitucional. Ahí empezaron a marcar distancias los que se consideraban liberales, frente a los que terminarían siendo llamados "carcas".
¿Ha cambiado esta España nuestra después de dos siglos largos? Uno piensa que sí en a forma, pero no en el fondo.
Las minorías de aquellos tiempos, reunidas para dar a España modernidad, fueron perseguidas al grito de "vivan las cadenas". La España pobre de la posguerra napoleónica quedó hundida en la miseria. Se acabó el negocio de las Américas y el núcleo resultante, la España peninsular, e islas adyacentes, comenzó a saber lo que valía un peine. Hasta muy avanzado el siglo XIX no se dieron cuenta de que el índice de analfabetos españoles alcanzaba al 68% de la población y que alfabetizar a una mayoría tenía un alto coste.
Ahí estamos, con el inconveniente de que las masas piensan todo lo contrario: que somos muy modernos, muy "progres", aunque muchos de ellos no entiendan la diferencia que existe entre un analfabeto nato y otro funcional.
El futuro de las gentes, cualquiera que sea su origen está en sus conocimientos personales y en saber manejarse con ellos en la aldea global. Ahí le duele a España. No investiga, no innova en la medida que exigen los tiempos.
No se por qué pero los años me dicen que estamos viviendo el ocaso de los nacionalismos, pese a la guerra que seguirán dando. El,avance va por otras vías.
¡La vida es ansí!
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