martes, 12 de septiembre de 2017

UNA IGUALDAD ARRASTRADA

     Libertad, igualdad, fraternidad... Sí, pero no casan. Al paso de años, de siglos, de tiempos,  todo funciona más o memos bajo las mismas líneas de conducta; todo sigue igual  aunque al muñeco lo hayamos vestido de distinta manera.
     Los seres humanos, instintivamente quieren poder,  que los demás se rindan ante su imperio y, a partir de este hecho, que la sociedad  se organice: amos, siervos, esclavos.
     Me dirán que es un esquema, que se pueden contar más categorías o clases. Es cierto: hay mandos intermedios... para satisfacer a unas minorías dominantes. En suma, sea como se quiera o se pueda, si la humanidad no reconoce esas jerarquías, tiende a pelear con sus rivales hasta la muerte. La paz siempre está y estará jerarquizada.
     Me dirán también que, al constatar esa realidad  -esta jerarquización instintiva de las masas humanas-, estoy justificando y defendiendo la desigualdad. No es así. Simplemente digo que llueve cuando nos cae agua del cielo.
     El reiterado fenómeno nacional-separatista de algunas regiones está pidiendo una  nueva jerarquización del poder dentro de su territorio. En esa lucha tienen  todas las de ganar los nativos a no ser que al instinto jerárquico localista se le dé otra dimensión: somos catalanes, es cierto, y por tanto  europeos. ¿Por qué conformarnos  con mandar en Barcelona sobre ocho millones de habitantes, pudiendo influir, España por medio y  desde Bruselas,  sobre más de cuatrocientos millones de europeos,  además de europeizar a España?
     Si se conforman con  menos, ¿por qué pelear?
     Los españoles queremos para Cataluña, por todos admirada,  más poder para los catalanes en la Unión Europea (aunque para ello sea necesario estudiar más y mejor  el inglés  y aceptar que el Reino Unido se separe del bloque)  para desde España  dar ejemplo
      Lo malo es que muchos compatriotas -ingenuos- creen todavía en la igualdad, para lo cual algunos  no dudan  en cursar estudios universitarios para luego ejercer de camareros... O, alternativamente, pasarse de listos y confundir el poder con la rapiña.
       No es de extrañar que los separatistas busquen la independencia con  doble nacionalidad: ser catalanes y españoles, al mismo tiempo pero fuera de España.
      ¡Muy listos!
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