jueves, 9 de febrero de 2017

LA VALÍA DE LOS POLÍTICOS

     Como si fuera un artículo de fe: la valía de los políticos que ejercen en una democracia, está en relación directa con el grado de conocimientos de sus votantes: si los electores fueran analfabetos darían el voto  a los candidatos más cercanos a su forma de sentir, dando menos importancia a su forma de pensar. Y sentir no es lo mismo que pensar.
     Nadie negará  el deseo de todo político por mejorar las condiciones de vida de los más necesitados.¡Nadie! Pero casi siempre ocultan que,  para materializar sus promesas, necesariamente precisan de grandes sumas de dinero que sale de los electores. Para hacer, por ejemplo,  el hospital prometido, hace falta invertir grandes sumas de la vil moneda y ésta, más tarde o más pronto, la van a pagar los electores. Y nadie negará  que esta realidad, la deduce con más diligencia una persona culta que otra menos preparada.
     De ahí deviene el éxito de muchos  políticos que  actúan, ,según nos dicen,  de buena fe, lo que no excluye que una mayoría haga promesas como quien reparte sal gorda a voleo; prometer es el ejercicio más socorrido para ganar votos.
     Estarán de acuerdo, y más los políticos, que en la formulación de un futuro feliz,  se prodigan más las derechas que las izquierdas,  pero todos coinciden en las grandes promesas, sin un cálculo exacto previo de su coste real;  grandes realizaciones cuya contrapartida económica  necesaria,  irá a cargo de los electores, aunque así no se proclame.
     Todos sabemos, y más los políticos, que entre los votantes no hay electores que se chupen el dedo, porque los españoles, todos, somos muy listos: eso es lo que suele propagarse en los medios informativos. Pero a mi entender, no es para tanto...o  la capa no aparece.
     Los tales políticos, en consecuencia, fracasan en gran número y nos arruinan. Así tenemos la plataforma nacional llena de obras a medio hacer y paralizadas; inversión perdida que podría  estar atendiendo a la solución de muchas necesidades de millones de españoles.
     ¡Con lo listos que somos! Es para comer cerillas.

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