viernes, 3 de febrero de 2017

DE PARAÍSOS FISCALES Y OTRAS MINUCIAS.

     El fiel contribuyente siempre paga. Hay dos factores -por lo menos-  que  inducen a esta feligresía a cumplir con sus deberes tributarios: uno, el miedo a ser descubierto por el fisco, con sus consecuencias punitivas; y dos, la vergüenza que se pasa ante terceros, si te descubren y publican el fraude. Pero los hechos son los que son y los defraudadores crecen cuando la presión tributaria aumenta.  
     Al final, el fiel contribuyente, el buen pagador, se siente expoliado  y todo el  que puede huye, escurre el bulto y  busca refugio en los paraísos fiscales o esfuma sus actividades, sujetas a tributo, en esa que hemos dado en llamar economía sumergida.
      El éxito contributivo está supeditado a la respuesta  que,  ante ese doble fenómeno escapista, puedan dar los Estados recaudadores, porque si se cierran del todo ambas espitas, cunde el desánimo; los emprendedores deducen que no merece la pena trabajar o  arriesgarse si todo se lo lleva el fisco, y paralizan toda iniciativa si no pueden levantar el vuelo.
      Así sucede que si los paraísos fiscales no se desmontan, ni la economía sumergida se reflota, todo seguirá igual; y si algún partido político no se baja del burro y persiste en llevar su gestión por los senderos actuales, termina dándose de morros contra el empedrado y todo irá peor. Véase el caso de las naciones mas deprimidas donde los Estados llegaron a socializar empresas porque el capitalismo se dió a la fuga o los trabajadores dejaron de emprender y se conformaron con vivir del subsidio.
      Pero es que ¿no hay remedio? Por lo menos algunos lo intentan. Unos con la instauración  de un régimen donde los Estados tienen bajo control sus paraísos fiscales (ejemplo el Reino Unido); y otros, donde a la economía sumergida se le facilita su existencia en un primer período, para no impedir su instalación y desarrollo e incorporarla, si triunfa (o eliminarla si no), al régimen general con plenos derechos y deberes (que es lo que parece están haciendo en China) sin escape posible.
      Pero en España, nuestra mayoría de políticos, después de casi cuarenta años de democracia, están debatiendo si son galgos o podencos los célebres perros de la fábula. Y el País no sale a flote ni con recomendaciones del maestro armero.
     !Que hemos hecho mal para tener que sufrir a tanto inútil!
                                                                                                                                                                                                                                                                                                            

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