lunes, 13 de febrero de 2017

LA DISPERSA CLASE MEDIA

     ¿Dónde situaríamos a la clase media? Es muy difícil su encasillamiento: Ha de tener un nivel cultural medio alto, con recursos económicos medidos, pero holgados y pertenecer a una jerarquía social influyente en la distancia corta.
      La clase media -por lo general conformista- es el punto de apoyo en el que se apalancan los gobiernos, si  éstos aspiran a conseguir el mínimo bienestar de las gentes que forman la clase baja. Pero la clase media vive indefinida, sin articulación que le otorgue poder  y, en cierto modo, indefensa, aunque otra cosa pudiera parecer.
      La clase media no solo paga buenos impuestos, sino que además,  los recauda -oficio gratuito-, en nombre del Estado,  a gran parte de la clase baja.
      En resumen, esta clase media tiene asumido de antemano , gane quien gane las elecciones y gobierne quien gobierne, que si el dinero anda escaso  el Gobierno de turno, sin otro remedio, acabará por aumentar la presión tributaria antes  o después. Quien de verdad soportará esa presión, será la clase media, seguida muy de cerca por la sufrida clase baja,  la más desguarnecida  a fin de cuentas.
      ¿Por qué sucede tal cosa? Sencillamente porque la clase media está dispersa y no sabe unirse para hacer acto de presencia y  defenderse; y porque la clase baja, en tiempos  bien sindicada, ha ido consintiendo que la sindicación sea un oficio para unos cuantos, con lo cual ha perdido todas sus esencias reivindicativas para convertirse en un "lobby" jerarquizado al estilo vertical.
      Y atención: los políticos de izquierdas, en el siglo XIX defendían,  a una clase socialmente olvidada y pobre: al proletariado que pretendían sacar de esa humillación. Hoy, la gente que sigue, aplaude,  rodea y coloca o se recoloca junto a la nueva izquierda, no recuerda al proletariado de blusa y alpargata de otros tiempos;no es la clase baja, compuesta por jornaleros y obreros, sino una clase media descolocada por la crisis.  No es, esta de hoy,   la respuesta del proletariado sindicado; es una respuesta entreverada  por clases medias desplazadas,  con aspiraciones de poder político puro y duro. Este es su norte.
      Ahora, esa  izquierda, antes internacionalista, no lo duda: es nacionalista. Antes se agrupaban bajo una estructura "internacional"; hoy se cobijan bajo el paraguas "plurinacional", pese a que, según la historia nos enseña, desde  la Cantabria  hasta la Bética,  si en la Iberia se intentó algo para que prosperara la convivencia peninsular, fue precisamente "el confederalismo cantonal". Algo parecido a los territorios autonómicos de nuestros días: cada uno  a lo suyo y el que venga  por detrás,  ya sabe...
      ¡A cualquier cosa llamaban chocolate las patronas del antiguo régimen!



   

     

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