lunes, 27 de febrero de 2017

LA IMAGINACIÓN AL PODER


     Al proclamarse el final de la guerra civil del 36, en abril del 39, no parecía cumplirse el compromiso adquirido: "volverá a reír la primavera"..Con mis inexpertos diecisiete años, me conformaba con menos. Osé soñar con una patria limpia, generosa y  bien alimentada, cuando la propaganda trataba de idealizar la España:  una, grande y libre. Mal comienzo el mío, tan prosaico a la par que clandestino.
    Todas mis alegrías se rindieron el primero de septiembre de ese año, cuando mi padre, después de oír por radio que los alemanes invadían Polonia, exclamó: "¡nos van a hacer un pan como unas ostras!" (así lo dijo por no ser irreverente).
     La guerra fue global -que diríamos hoy- y España, pese a no guerrear, pagó su parte.. No se explica que  todos nosotros -salvo excepciones- nos fuéramos pudriendo de hambre entre ladillas y
piojos y, para más pinchar,  con una tuberculosis endémica a la española que hacía temblar al misterio.
     No exagero: en 1939 un servidor (1,77 de estatura) pesaba setenta y cuatro kilos; en 1945, cincuenta y dos. Como una mayoría de españoles, me  plegué a los dictados del mando. No tenía tiempo, ni ganas, ni medios para ir contra corriente. No me incluyan en la lista de héroes que aparecieron  en España a moro muerto. Aguanté remando para poder subsistir. Eso fue todo.
    ¡Y llegó la democracia!  A mí, que estaba en Vitoria, me dió por  pensar que aquellas huelgas sucesivas que terminaron en un doloroso 3 de marzo  en 1976, iban a tener consecuencias políticas, y así lo dejé escrito  y publicado. Como consecuencia del dramático desenlace de aquellos sucesos, empezó la carrera democrática de Adolfo Suárez.
     Otra primavera. ¡A empezar de nuevo! Y nadie pensaba  que en España llegaría la "imaginación al poder", grito de guerra de los rebeldes parisinos en 1968. Nadie soñaba con que un jefe falangista pudiera construirnos una democracia.
    ¡Bueno! Así somos los españoles.  Verán la paella es la vasija; el arroz el alimento. El plato, por lógica consecuencia es  "paella de arroz", como podía ser "caldereta de cordero", donde el alimento es lo importante . Pues no señor; no es así como lo llaman; es "arroz a la paella"; aquí, entre nosotros, prima la vasija, es decir la chapa, la carrocería. Pura imaginación.
    Por eso una "democracia en España"  no es lo mismo que una "España en democracia".
    ¡Ya la quisiéramos!
    Como pueden ver lo que falla es el condumio.
    ¡Mi gozo en un pozo!






 










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