jueves, 31 de marzo de 2016

DESPUÉS DEL CONCILIÁBULO

     Ayer (30/03/2016) la rueda sucesiva con las huestes mediáticas, a la que se sometieron Pablo y Pedro sin la presencia de Alberto, recuerda el paso, de una a otra orilla del río, de un lobo, un cordero y una col encomendado a un barquero. No cabían las tres unidades en  la barca y, en el ir y venir de una a otra orilla, podía el lobo comerse al cordero o éste engullirse  la verdura. ¡Y ahora nos falla hasta el barquero!
      Pablo prometió en más de seis ocasiones su buena disposición para despellejarse vivo en el altar de los sacrificios. Pedro, en su afán de convertir la política en números, cinceló en su memoria la suma de 199 (votos que aspira a reunir). Alberto, ausente en estos encuentros periodísticos, tiene que estar desmoralizado.
      Y a todo esto ¿qué hacemos con el PP y su lista más votada?
      Dan ganas de pensar para no gemir. ¡Esta derecha de centro ha tropezado tantas veces en la misma piedra...! Y sin embargo... con su mayoría absoluta en el Senado y una reposada lectura de "El Príncipe" de Maquiavelo, pueden estos senadores hacer diabluras. Claro está que, según recomendaba Don Quijote, "al que has de castigar con obras, no trates mal  con palabras", y esto exige muchos propósitos y actos de humildad  y grandes dosis de candidez cargadas de astucia. Estas cosas se aprenden en unas primarias dentro de casa si se toman en serio, y no para vestir el muñeco como hacen las mal llamadas izquierdas de centro.
      Pero, ahora caigo... ¡Ustedes perdonen! ¿Quién soy yo para desfacer entuertos?











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