Las observaciones que voy a formular, referidas a la derecha moderada española, (también llamada centro) no están en uso ni merecen gran estima entre los comentaristas políticos de nuestros días. La corrupción puede con todo y, hasta que no pasen las consecuencias del tsunami, será difícil que los pescadores mediáticos abandonen este caladero.
Da vergüenza confesar que uno es votante de la derecha, aun cuando -como sucede en España- no es porque haya dejado ser conservadora y moderada. Mucho peor: es timorata, camina cargada de remordimientos y de respetos humanos. Tiene sus razones para ser así pero, al final, si esto sucede no es porque le sobren principios nobles y con empuje de los que sentirse orgullosa. Los pocos que maneja los utiliza raramente.
Los dirigentes de la derecha creen de buena fe que todo se arregla siguiendo fielmente determinados axiomas económicos que sirvan para animar a los votantes; pero el sistema va decayendo y las promesas de un futuro esplendoroso acogido a teorías económicas que muy pocos entienden, van de capa caída, sobre todo si se exigen sacrificios como una mayor presión tributaria con la que cargan los de siempre.
La política ha de apoyarse en doctrinas acompasadas con nuestra forma de ser, con nuestra idiosincrasia, nuestra educación cívica.
La izquierda dice saber hacerlo. A la voz de "uníos hermanos proletarios", dicho con lemas puestos al día, concita a las masas a que les den el voto, porque ellos, los titulares de esa izquierda van por uvas en cuanto llegan al poder, si es preciso nacionalizando bancos para que no haya desahucios. Falsa promesa, que acaba cuando se agotan las reservas.
La derecha no tiene doctrina política y la que maneja, la económica, no llega a entusiasmar a sus posibles votantes, propensos al escepticismo.
Lo primero que ha de hacer la derecha es ponerse de acuerdo en unos fundamentos doctrinales, capaces de emocionar a las masas, para mantener un rumbo. Han de proclamarse en favor de una doctrina, con claridad, con valor, y hacerlo convencidos de estar en el buen camino.
¿Qué esto no se lleva? ¿No será que esa derecha no ha elegido su trayectoria y navega sin rumbo? Como anticipo les diré que da muchos más votos un buen rumbo que un buen caudillaje sometido a academicistas económicos.
Se puede demostrar repasando la historia.
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