La libertad y la fraternidad, -esta última también llamada solidaridad- importan menos; y mucho menos entre personas que viven en condiciones miserables
En la propaganda política las promesas se orientan a crear la igualdad, siempre por arriba; se toma como modelo a los mejor situados con un argumento eficaz: no es justo que unos pocos tengan tanto y sean demasiados los que se hayan de conformar con tan poco o nada.
Las facciones políticas en busca de adeptos, ofrecen el acortamiento de distancias, hacernos más iguales. Cualquier político que se precie está obligado a combatir las desigualdades, pero nunca en sentido negativo (iguales en pobreza), sino con signos positivos (iguales en riqueza).
Son pocos los que piensan que lo que no puede ser, termina no siendo. El igualarse en riqueza es imposible. El solomillo del vacuno se lo comen unos pocos. No hay para todos
En la propaganda política las promesas se orientan a crear la igualdad, siempre por arriba; se toma como modelo a los mejor situados con un argumento eficaz: no es justo que unos pocos tengan tanto y sean demasiados los que se hayan de conformar con tan poco o nada.
Las facciones políticas en busca de adeptos, ofrecen el acortamiento de distancias, hacernos más iguales. Cualquier político que se precie está obligado a combatir las desigualdades, pero nunca en sentido negativo (iguales en pobreza), sino con signos positivos (iguales en riqueza).
Son pocos los que piensan que lo que no puede ser, termina no siendo. El igualarse en riqueza es imposible. El solomillo del vacuno se lo comen unos pocos. No hay para todos
Al político -como a todo profesional- cualquiera que sea su sexo y condición, le interesa detectar las posibilidades que brindan las desigualdades para, en unos casos combatirlas (izquierdistas) o justificarlas (derechistas) y con ese argumento ganar en poder y en capacidad económica, salvo excepciones que, en ambos casos, confirman la regla. Cualesquiera que sean los políticos y el país, los resultados, siempre al fin, fueron los mismos: unos pocos, mucho; muchos más, poco; muchísimos màs menos.
¿Usted a quién votaría? Yo votaré a los que predican libertad y solidaridad. No lo arreglan todo, pero estropean menos. Y se reparten mejor las existencias.
Les voy a dar unos datos: en casi todas las dictaduras populistas que funcionan en el planeta Tierra, hay muchas menos desigualdades que en España. También hay menos libertad. La solidaridad la dirige y administra el Estado. La pobreza está más extendida, afecta a mayor número de habitantes. La riqueza la controlan los políticos. Son más iguales, pero viven peor.
Viven peor, pero no es para que los nuestros se sientan orgullosos; ni para presumir de nada. Una sociedad como la española, ha de soportar (y pagar) un fabuloso número de instituciones oficiales y sociedades públicas, de muy difícil control, en manos de las mesnadas políticas y de una burocracia excesiva, muy costosa y fuente, además, de muchas desigualdades a través de la corrupción. Si tuviéramos menos polìticos y menos burocracia y sus secuelas, habría más igualdad, más libertad y más solidaridad.
Sería un gesto de solidaridad que algún partido político nos prometiera una buena limpieza. Algo así como una cuarenta por ciento de adelgazamiento de esa pesada carga pública. Y en algunas autonomías que hoy no cito, un cincuenta por ciento.
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