martes, 15 de marzo de 2016

EL PODER Y LA GLORIA

      Se comenta  y comentará, en las esferas mediáticas, la nula relación  que mantiene el Secretario líder del PSOE con el Presidente del PP. Protagonista: Pedro Sánchez contra Mariano Rajoy.
      Los dos se presentan como sacrificados personajes de la farándula política española,  ejercitantes desinteresados del poder -según su criterio-  lo cual no impide que  don Pedro le toque la paciencia  a don Mariano, sin tener en cuenta que la llave de salida del laberinto donde han metido al PSOE, puede estar en una alianza forjada entre ambos.
      Téngase en cuenta que el poder y la gloria son consustanciales con la vocación de todo político que se precie de serlo y que en principio, la lucha suele favorecer a terceros,  antes que a los contendientes
       Malo resulta para cualquiera no aceptar  esta realidad; y peor, aún, como en el caso que nos ocupa, que cada uno de los dos citados políticos no acabe de  cerciorarse de que es víctima de sus errores. Don Pedro repite hasta creérselo, que el resultado electoral demuestra pide un cambio. ¿Y eso qué significa? ¿Cambio para bien o para mal?
      En realidad, los electores quieren bienestar. Y quieren bienestar sin salirse de los dictados constitucionales. Eso  explica la lógica propuesta de Rajoy: una alianza y un gobierno de los res partidos que netamente defienden el sistema constitucional vigente, incluso para proponer toda suerte de cambios.
     Rodríguez Zapatero, cuya memoria es de difícil olvido, nos dejó al país sumido  en la crisis y al borde de la ruina: para unos porque se vieron sumidos en un mar de deudas  y para otros porque se quedaron a la luna de  Valencia, fenómeno también llamado desempleo, y con el piso a medio pagar. La pérdida de puesta de trabajos fue la consecuencia de una mala gestión gubernativa.
      Este es el cambio que urge: crear riqueza y para ello facilitar las iniciativas de quienes pueden promoverla con éxito.
      A punto de superar esa fase, no chinguemos a la peladita. Bien mirada, la única diferencia seria, existente entre los meritados políticos, radica en que Rajoy mantiene el poder sin gloria y Sánchez  ha de conformarse con la gloria, sin tocar poder.  Y ninguno de los dos está conforme.
      Ahora bien, el Sr, Sánchez recurre con demasiada facilidad a los sofismas para engañarnos y hacernos creer que el poder es suyo:  "Tengo más votos (131) que Rajoy (123)". Es como si una entidad bancaria nos prestara diez millones  de euros para montar un negocio y termináramos por adquirir un palacio con un  Ferrari en el garaje. Cuarenta y uno de esos votos  se los han prestado al PSOE (no al Sr. Sánchez) y eso no es tener, sino deber. Ese préstamo le obligan a renunciar a ciertas doctrinas socialistas y a doblegarse ante otras de signo liberal. Es un voto prestado que si no llegara a funcionar castigaría, en las próxima elecciones, a quien no supo sacar partido de ese crédito.
      Veremos en qué terminan esas misas, pero llego a intuir que  quien menos habla y promete
se llevará el gato al agua.

  

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