martes, 8 de marzo de 2016

AL ADVERSARIO, NI MENCIONARLO

    Ayer (07/03/2O16) me entretuve en charlar, un buen rato,  con el hijo de un personaje vitoriano, candidato en una de las elecciones que se convocaron por la II República, muy popular entre el pueblo llano de aquellos días. El hijo del republicano, educado en una familia de casta liberal y con méritos contrastados,  me contó que su padre fue a dar con un adversario electoral que, habiendo sido monárquico,  llenó la ciudad de carteles en los que presumìa de todo lo contrario.
     El cabreo del auténtico republicano fue sonado y hasta provocó el chiste por cómo soportó el disgusto. Pero un amigo comerciante, le dijo: "Tú no venderías un carrete de hilo sacando a relucir los defectos de tus competidores. Al adversario, - por principio- aplícale la más generosa indiferencia. Tienes que ingeniartelas, para que los votantes te conozcan bien a tí, que sepan de tus virtudes y méritos y sean ellos los que comparen y saquen conclusiones".
     Me contó que su padre contestó al reto del candidato pseudo republicano,  con otro cartel en el que destacaba su nombre en letras grandes y esta leyenda de base: "El único candidato que siempre fue republicano". Dejó que la gente hablase y debatiera sobre este único dato. Y ganó las elecciones, entre cosas porque decía la verdad.
     Perdón por mi libertad al repasar y transcribir este episodio.  pero lo hago al ver cómo los políticos de nuestros dìas se  tiran a degüello. Pierden un  precioso tiempo en valorar  mal a sus rivales y en sacar a relucir sus defectos, cuando podrían dedicarse a pregonar -con habilidad, ingenio y tiento- las ideas propias, las suyas, sus valores positivos,  sus éxitos, sin hablar de nadie más.
     Basta con servirse de datos breves, claros, bien hilvanados y expresivos, para que el votante deduzca qué hay y  qué les viene encima a los españoles ante promesas mal fundamentadas, que son casi todas.
     Puede decirse que hay dos valores básicos, en nuestros días, a poner en juego: la defensa de la unidad constitucional y por qué, y la creación de empleo y para qué. En suma, que los electores se enteren a fondo y que lo hagan para luego sacar conclusiones y decidir.
     Y como la corrupción se la van a pasar por las narices a más de uno, se quiera o no, ese uno, por uebos (vean el diccionario de la RAE), tendrá que encontrar la  fórmula de hacerse perdonar cien veces este pecado y demostrar su arrepentimiento y,en prueba, que sus nuevas listas electorales  están depuradas, pruebas al canto.
     Un nietecillo que tengo de nueve años, que va para líder, me ha contado cómo mantiene la hegemonía del grupo que le sigue,  frente a otro que rivaliza con él. Su forma  de actuar me ha inspirado estas líneas: parece ser que el rival es narcisista, y -mi nieto- le lleva flores para el altar donde se auto inciensa.  Al fin, algunos remedios los conocen y ponen en práctica, con éxito, hasta los niños.





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