Después de aconteceres mil, los años te enseñan que, en medio de un mundo enfollonado (follón: desorden, enredo, complicación), la democracia viene a ser una balsa de aceite. Pero ¿qué es democracia?
Tecleo y le pido a "Internet" que me informe y, a la cabeza de todo un repertorio de respuestas, aparece la siguiente definición de democracia "Sistema político que defiende la soberanía del pueblo y el derecho del pueblo a elegir y controlar a sus gobernantes".
Me pueden decir que una democracia es ésto y mucho más, pero lo del "control de los gobernantes" también entra en juego, si bien el pueblo delega su derecho a ejercerlo, en unos representantes elegidos, entre otros, para ese fin.
Henos aquí con un imprevisto, muy propio de esta España con ancestros celtibéricos y otras mezclas, donde se da el caso de que una parte de estos representantes del pueblo, montan en Cataluña un cirio (armar jaleo o alboroto) que dura semanas, todo ello para incumplir la ley que les obliga a no mear fuera del tiesto, como es el hecho de que quieran desenchufar la conexión (así lo dicen con una naturalidad que espanta), que une a Cataluña con el Estado Español, como si tal región no fuera España.
Los españoles que residen allí y los que habitan en otros territorios, en virtud de una Constitución vigente, aprobada también en Cataluña, están favorecidos por los mismos derechos y sometidos a las mismas obligaciones. Es lógico, en consecuencia, y por lógica, que no hay españoles de distintas clases y que la desconexión citada afecta a todos por igual. Es decir a todos los titulares de esta nacionalidad, vivan donde quiera que sea.
El primer y más honesto acto coherente con esa demanda de desconexión, sería la renuncia a la nacionalidad española por parte de quienes no quieren ser españoles. El contrasentido se da, cuando se les autoriza o consiente a esos no españoles a conspirar en perjuicio de los que no reniegan de su españolidad.
Ante este hecho registrado en España, inconcebible entre gentes de buena fe y desarrollado con una falta de lógica legal (que suele ser la más lógica de las lógicas), todos hemos de reconocer que los españoles no viven en democracia ni en cosa que se le parezca.
No sabemos quién, pero alguien está consintiendo que cada español se sienta traicionado, sin darse cuenta el aludido de que esa traición, no denunciada pero presente en la memoria de los españoles, va en descrédito de los llamados a intervenir para sanar al enfermo.
Lo malo de esa situación es que el relevo, el aspirante a gobernar, se presenta con el remedio en la mano y esto le quita votos al que ahora tiene en sus manos la posibilidad de aplicarlo pero, contra toda lògica, se abstiene de hacerlo.
Estas cosas las ve un niño, pero los dioses ciegan a quienes quieren perder. La lógica al fin se impone.
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