Las última generación de líderes del PSOE no está dando la talla. Esta realidad la sufren muchos socialdemócratas; sobre todo sus adeptos mejor formados que se distinguen por su clara afición a la lectura.
Cuando veo la prudencia exquisita y la disciplina de lenguaje con la que mantiene su discurso un Ángel Gabilondo, por ejemplo, me pregunto: ¿Cómo teniendo un hombre de esta valía han celebrado unas primarias para elegir a un personaje inmaduro que destaca por su pobreza dialéctica, sus vulgaridades y su soberbia despampanante?
Un hombre así es capaz de descuajaringar a la más sólida estructura social que se haya podido organizar por muy esclarecidos varones y portentosas damas de nuestra época.
La máximas figuras del poder socialista español no ha percibido que en España estamos viviendo un nuevo período electoral, porque a un figurín le duelen sus ansias de hacer caca en los retretes monclovitas.
Una vez orillado, por el Presidente Mariano Rajoy, el trámite de la investidura, mucho han de cambiar las cosas para que prosperen otras candidaturas en este empeño. Los demás aspirantes la tienen parda. Me atengo a los hechos. El PP goza de la ventaja de su mayoría absoluta en el Senado y se puede de valer oportunamente de esta coyuntura para frenar los efectos legislativos que dimanen de la cámara baja. No hay gobierno que resista los cuatro años de duración normal de una legislatura.
Por lógica, lo más probable es que, en breve se convoquen unas elecciones generales. Los partidos podrán reexaminar su ofertas, perfeccionar sus programas, mejorar sus candidaturas, cambiar de candidatos... Una vez más la, política se va a imponer a las razones económicas.
Desde luego, mucho ha cambiar el PSOE si no quiere verse hundido en la miseria. Y al PP le puede amenazar el mismo demonio de siempre, si es que la media docena de políticos con talento que aún perduran a su lado, no advierten que tienen tres sectores desatendidos, absurdamente olvidados, aunque no lo parezca: el social (las clases desasistidas), el territorial (los problemas autonómicos) y el cultural (la escuela y la universidad). Al PP le faltan ideas nuevas para resolver problemas viejos, que no se arreglan exclusivamente desde el plano de la economía.
En este período post y pre electoral que estamos viviendo, los españoles han tenido ocasión de ver el teatro de la política por dentro, incluida la claque que, como se sabe, se constituye con los espectadores que acuden para aplaudir interesadamente a los actores aunque lo hagan mal. ¡Así es la vida!
No pertenezco a la claque y por eso me muestro crítico. Por lógica hay dos nuevos partidos que están sacando de la siesta al PP y al PSOE. Lo que pasa es que estos dos últimos no espabilan. Y cuando lo hagan, mucho es de temer que no se atrevan a dar el barrido que se precisa, entre los suyos; causa de sus dilatadas desgracias.
Mejor barrer desde ahora que dejarlo para mañana.
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