lunes, 11 de enero de 2016

DEMOCRACIA CON TRAMPAS

     España es uno de los pocos países donde se ha consentido de hecho - pese a  tener aprobada y vigente una Constitución que "se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española" - que algunos de  los máximos representantes elegidos por el pueblo para legislar, después de haber jurado o prometido lealtad a los principios constitucionales, se valgan de las instituciones y de los medios que les proporciona el Estado,  para atacar  y poner en peligro precisamente la unidad patria.
     ¿Se había previsto en dicha Constitución que tal fenómeno político se podía producir? Estaba previsto. ¿Se tuvo en cuenta que para evitar esa trampa  era necesario dotar a las autoridades de medios que sin salirse de la normalidad ni paralizar al País, sirvieran a la gran mayoría de españoles constitucionalistas para que España no se desmorone? Sí; se tuvo en cuenta.
     ¿Pueden  admitir las autoridades competentes y los españoles de a pie que, trampeando a la democracia, se llegue a consentir (hablo de un probable próximo futuro) que se forme un Gobierno de España  consentidor de su  ruptura, previa  traición  y nuevas trampas, al principio de unidad dispuesto en la Constitución española? No deben consentirlo; sin embargo estamos corriendo el riesgo de que esto suceda.
     Ante esta amenaza que nos viene encima, los partidos constitucionalistas están obligados a dar una respuesta mesurada pero clara, firme y comprometida a la defensa de las leyes hasta el final;  y si así no sucediera,es decir, si las demás fuerzas políticas no respondieran y se dispusieran a mantener su compromiso, el Gobierno -aun estando en funciones-  debe pedir el apoyo popular (hay varias fórmulas para hacerlo) para acabar con todas estas trampas y desmanes.
     El poder y las firmes decisiones, son para las ocasiones.
   

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