viernes, 29 de enero de 2016

LA HORA DEL CHIVO EXPIATORIO.

     La política en España tiene a sus habitantes -incluidos catalanes y vascos- oscilando en la cuerda floja. Nunca, desde los años treinta del pasado siglo, se vivió una división de pareceres como  la de nuestros días, y nunca los pronósticos de lo que podría suceder pasaron por tantas dificultades.
     Todas las soluciones que se barajan suscitan la irritación de gran número de electores y ninguno de los partidos que puede aspirar a gobernarnos  puede hacerlo sin otorgar concesiones a sus rivales; concesiones contrarias a sus promesas electorales.
     ¿Qué puede, al fin, pasar? La situación es tan endiablada que, tal vez, lo menos malo resulte ser una nueva convocatoria de elecciones.
     Las encuestas  favorecen ligeramente al PP y a PODEMOS, pero los acontecimientos surgen con tal  fuerza y pueden tener tanta influencia como para desbaratar todo pronóstico. Las detenciones en la Comunidad Autónoma de Valencia de la que fue plana mayor del PP en aquel territorio, han caído
como un tsunami sobre la opinión pública, también a la que vota al PP en el resto de España. El PP, ante esa  realidad, se ve concernido a perder seguidores  a chorros. En ocasiones así,  los partidarios de una fuerza política suelen ser los  primeros en pedir el sacrificio de alguien; empìeza la búsqueda del chivo expiatorio. No tengo que  nombrar a nadie. Ya hay quien lo apunta con el dedo. Es cosa de días. Tal vez de horas.
     Estoy leyendo un libro de la última guerra civil española. Es interesante porque atiende de forma incisiva  a la lucha política por el poder dentro de cada zona. Después de la batalla del Ebro tres figuras del PSOE -Negrín, Prieto y Besteiro - mantenían posturas distintas sobre el desenlace de la guerra. Fue Besteiro, el más limpio de culpas,  el elegido para sufrir la denigración del chivo expiatorio. Y sigue denigrado. Entre socialistas a Besteiro se le da por desaparecido.
     La vida es así.
   

   

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