sábado, 1 de octubre de 2016

PASA EN ESPAÑA

     Nadie, entre los que predicen cambios políticos, previó lo que está pasando en España. Un partido considerado ineludible para participar en la gobernanza española, el PSOE, está en riesgo de partirse por la mitad y quedar eliminado para tales tareas y responsabilidades.
      No se pueden hacer pronósticos. España está en la Unión Europea y -quiérase o no- esta realidad tiene sus ventajas y sus desventajas. Por decirlo de alguna manera,  ciertas decisiones políticas están supeditadas a las corrientes de influencia que funcionan en Europa. Por ejemplo aquí no  haN aparecido los partidos de derecha tachados de xenófobos, pero la militancia ya existe.
     Tampoco prospera, entre adversarios políticos, la evolución del diálogo constructivo para resolver problemas que afectan a todo el vecindario. Ni siquiera se practica el tal diálogo entre partidarios de un mismo credo: es el caso del PSOE y también,  no tan radical,  de PODEMOS; ni entre ellos se entienden .
     En los países más avanzados la ideología se supedita al bienestar posible, justo y equitativo de las mayorías, sin olvidar a las minorías. Por esa razón, se pactan alianzas y acuerdos entre los más extraños compañeros de cama.
     En España, a sabiendas de que la militancia de un partido cultiva sentimientos doctrinarios elementales, se recurre a ella y le otorgan la  categoría de infalible.
    En verdad, la opinión masiva del militante es el recurso de muchos líderes  cuando se conoce de antemano su respuesta y conviene a sus jerifaltes. Ese es el caso de un sector del PSOE. Sector que se ciscó en la militancia cuando en Madrid defenestraron al Sr. Gómez y,  para sustituirle, nombraron al Sr. Gabilondo.
    El PSOE está  siendo víctima de unos cuantos socialistas ambiciosos de poder, capaces de montar un tinglado dialéctico, que se vuelve contra sus simpatizantes,  sin regatear medios.
    Lo malo es que hemos de pagarlo  todos.
 




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