En suma: después de muchos intentos -tantas vueltas y revueltas- el PSOE, metido hasta las orejas en aguas pantanosas, no acierta a salir del barro. Está en fase agónica.
El PSOE de Pedro Sánchez topó en el diario quehacer con las vanguardias de PODEMOS y, atortolados por la retórica populista, (ataques a la casta, a las puertas giratorias, etc.)los líderes socialistas, entendieron que a ellos no les daban lecciones de índole social unos recién llegados. Pero en vez de atacar a los competidores de PODEMOS, fueron a buscar las víctimas en el PP, al amparo de una generalizada corrupción nacida y mantenida en sus filas. Lo cual -dicho sea de paso- era necesario, pero si confundir churras con merinas.
Recreándose en la suerte, dando un NO absoluto a lo mejor y más sano del PP, los del PSOE lo declararon enemigo a derribar, mientras PODEMOS se colaba arteramente en los caladeros de votos socialistas y se llevaba lo mejor del mercado en dos redadas.
El PSOE ya no encandila como en los años de la transición; no se renueva con los nuevos aires ya en boga en la Europa unida. Y, además, se confunde: su enemigo no es PP; es PODEMOS.
La familia mediática, con abrumadora mayoría a las órdenes del gran capital, quiere salvar sus pertenencias, y el PSOE no se da cuenta de este hecho; ya está dispuesto, a pico abierto, a soltar el queso para contentar al zorro podémico.
Lo probable es que se convoquen nuevas elecciones. ¿Las ganará PODEMOS? ¡Quién lo iba a pensar!
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