miércoles, 12 de octubre de 2016

LA LUCHA POR EL PODER

     Este año ha sido para los socialistas muy complicado como consecuencia  del ilógico proceder de algunos militantes de ese partido,  auténticos impostores  de la política. Ilógico proceder, también,  de su Ex-Secretario General, Pedro Sánchez, que después de implantar la participación de la militancia para la elección de candidatos, intervino a pantalón quitado para cargárselos, -como hizo con Tomás Gómez- y nombrar a dedo a sus preferidos; o -como pregonó a los cuatro vientos- cuando decía "NO, quiere decir NO" y ahí acababa su programa.
      Nunca nadie, desde que se implantó la democracia en España, dejó un partido -salvo la UCD- tan resentido y cuarteado, a sabiendas de que estas divisiones interpartidistas suelen ser fatales para todo el colectivo que la sostiene. La UCD es el precedente y se la  cargaron sus directivos, por el año ochenta y dos del siglo pasado, en una convocatoria electoral. La desaparición de otros pequeños partidos poco influyentes, tenía otras causas.
       La llegada de un antiguo militante del PSOE, Javier Fernández, que con gran sensatez quiere poner remedio al bodrio que le dejo Pedro Sánchez, no parece que sosiegue a los militantes del PSOE. Y ahí está el problema,  a cuya agudeza contribuyen las ansias de fagocitación que  PODEMOS manifiesta para acoger a miles de socialistas decepcionados.
       Los votos suelen inclinarse hacia las urnas de los partidos que funcionan como ganadores. Esto lo adivinan o  intuyen los votantes por un conjunto de señales  de fácil interpretación.
       El caso es que, a estas alturas, la gente de a pie no está segura. Tiene  miedo a unas nuevas elecciones. Lo probable es que nadie las gane con mayoría absoluta. Y tendremos que volver a empezar.
      Ni al médico ni  al político se les puede elegir a bote pronto. Primero hay que exigirles  el título profesional. Luego siempre es conveniente tentarse la ropa.
      ¡Por si acaso!










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