EUROPA, ESPAÑA, CATALUÑA.- El problema secesionista catalán está llegando al término de un ciclo, entendido como "serie de fases por las que pasa un fenómeno periódico".
Tanto el nacionalismo catalán como el vasco, incluso el que se expresa en términos moderados, no tendrían sentido si no existiera un objetivo final: la independencia soberana de Cataluña y de Euskadi.
Podremos cambiar la Constitución, los Estatutos, otras leyes e invitar al sursum corda para mediar entre "separatistas" y "unitarios": da igual. La solución vendrá cuando uno de los dos bandos se resigne a dar por perdida la guerra (se quiera o no, estamos en guerra, por ahora larvada).
En el bando perdedor, -el de los"unitarios"- la división es pública y notoria, aunque muchos no la detecten. Entre los "separatistas", aparentemente unidos, las diferencias surgirán claramente cuando se disputen el poder que ven al alcance de la mano.
Los que va a sufrir más por esta guerra son quienes -por ahora- se sitúan pasivamente en el palco de espectadores a ver qué pasa.
La Unión Europea y el capitalismo internacional están preocupados y han movido, para evitarse algunas sorpresas, aquellos resortes que pueden influir en esa lucha.
La España castiza, como si esto fuera la guerra de Cuba, mayoritariamente se inhibe esperando que sean otros los que enderecen el entuerto.
La Cataluña "separatista" se frota las manos creyendo en su inmediato triunfo y pide ya su cuota, parte proporcional que pudiere corresponderle, mientras la "unionista" se rasca la oreja, pensando en la derrota, y busca con prisa el capitoné que -muebles incluidos- lo lleve al otro lado del río para sentirse a salvo. En el fondo, si se ven como huérfanos, es porque hay precedentes.
Pero algunos pesimistas, desde Vasconia peninsular, están tristes. Cercano como estoy de la estación término, me digo: ¿por qué preocuparse? Esto no tiene arreglo ya que, al menor descuido, los españoles (incluidos catalanes y vascos) son capaces de organizar en este siglo XXI, otra guerra civil.
Mala la hubimos, pero las hay peores y aquí solo nos falta que alguien lo ponga claro: ¡ya está bien con tocarnos a todos la polaina! ¿Qué hemos hecho para merecer ésto?
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