LAS ELECCIONES Y SUS ENCUESTAS. - Los arúspices eran adivinos etruscos solicitados por los emperadores de Roma, para adelantarse al porvenir político del imperio. Decía Catón que cuando dos arúspices tenían un encuentro, se desternillaban de risa.
No confundir a un arúspice con los gabinetes dedicados a las encuestas electorales. Sin embargo, no sería extraño que a los expertos de las tales empresas les diera la risa, si coincidieran tomando café en la barra de un bar.
La mayor parte de las encuestas en España, se hacen por teléfono. La coartada -la encuesta es como una fotografía: refleja solo un instante del pasado, no del futuro- deja libres de todo desacierto a los encuestadores, que suelen errar en los resultados finales. Pero, pese a todo, generan numerosos comentarios como si fueran verosímiles sus pronósticos.
La situación crítica, creada a raíz del ataque yihadista en París, parece haber favorecido al PP, pero su repercusión en las encuestas ha sido muy moderada. Según algunos comentaristas o politólogos, un buen número de partidarios del centro derecha no quieren declararse votantes del PP, aunque luego, a la hora de la verdad depositen en las urnas las papeletas de ese partido.
Las encuestas dan ganador al PP, pero deja éste muchos pelos en la gatera y los pronósticos tan sólo le otorgan unos 130 Diputados. Tendría que buscar el apoyo de algún otro partido para poder gobernar. No deja de ser un problema y un escollo difícil de eludir.
Los partidos, tras sus campañas, casi siempre confían en un holgado triunfo. En las circunstancias actuales, es posible que esto no suceda. Pero, en España, no todos los gobiernos se forman con partidos las mayoritarios. Es sabido que al PSOE, capaz de hacer juegos malabares y aliarse con quien fuere con tal de gobernar o de impedir el gobierno del PP, no le importa suicidarse, políticamente hablando. Aunque pueda parecer un disparate, al paso del tiempo, suelen los partidos competidores dejar atrás su radicalismo y empiezan a parecerse en lo fundamental. Por eso sostengo que, a estas alturas, el PP y el PSOE, con visión diplomática de futuro, deberían entenderse de alguna manera para gobernar España durante la próxima legislatura. Pero a Pedro Sánchez se le ha visto demasiado el plumero y esto viene a demostrar que está dispuesto a todo lo contrario: gobernar contra una mayoría.
Y esto a la larga, por ir contra natura, tiene sus riesgos. Es un suicidio lento. Pero el PSOE no tiene ninguna prisa, como tampoco la tuvo el PCE.
No hay comentarios:
Publicar un comentario