miércoles, 18 de noviembre de 2015

MEDITACIONES DESDE VASCONIA

            LA REALIDAD INDEPENDENTISTA ESPAÑOLA.- Los propósitos de todo buen independentista para hacer prosperar sus ideas, pasan por un deseo:  “lograr la soberanía para un territorio español, y al mismo tiempo mantener un trato amable con España”.
           Al servirse de la preposición con,  dan a entender que,  para ellos, España es una nación y el territorio, desde el que piden la independencia, es ya otra nación equivalente. Como esto no es verdad, lo correcto sería, reflejar lo que sí es posible: "lograr un trato amable para dichos territorios en la España de todos".
           La cuestión  para los secesionistas es ésta: ¿Son o no una parte de España? Y la respuesta, para ellos, es no, porque la democracia española no reconoce el derecho a decidir a los habitantes del territorio que, para los secesionistas, es ya nación. Luego España no vive en democracia, por no aceptar esta contingencia.
         Los secesionistas -según sus voceros- no quieren la independencia  por capricho, sino porque están convencidos de  que su nueva nación sería un  país muy próspero, cosa que para ellos no sucede por  el lastre que supone pertenecer a otra nación llamada España. Se lo creen, lo dicen,  convencen y logran adeptos, hasta el punto de ir arrinconando electoralmente a sus rivales constitucionalistas.
        Nadie ha reaccionado ante el significado de la expresión “Pueblo Vasco” o "Pueblo Catalán" escrito con mayúsculas. ¿Hay unos Pueblos, tan  singulares, que tienen derecho a utilizar la mayúscula para indicar que son distintos? La respuesta para los independentistas es "sí".
          La realidad nos demuestra, que a un pueblo se le identifica por una serie de características entre los que cuentan sus  rasgos raciales. En segundo lugar está el factor cultural, a la cabeza del cual va el idioma propio de los habitantes e estos territorios.
        Pertenecen, en consecuencia, a dichos  Pueblos, aquellas personas de etnia propia y perfeccionan esta pertenencia si dominan y usan habitualmente un idioma también propio. Los demás personas, aunque muestren voluntad de serlo, si no cumplen estas condiciones, en puridad, no lo son. 
        Los  nativos puros -por ejemplo, catalanes o vascos-  existen  en  corto número. Esto es  debido al mestizaje creciente. Si en  sus territorios  se hiciera un recuento, el resultado sería decepcionante al comprobar el escaso número de personas con ocho apellidos originarios. Pese a esta realidad los nacionalistas respectivos se han alzado con el poder en extensas zonas de ambos territorios, gracias al  voto de mestizos y españoles.
           Desde que  Hitler estigmatizó el concepto de raza, ya nadie recurre a ella para singularizar la existencia de un pueblo. Ahora prospera  la idea de la que llaman "etnia cultural", que incluye el idioma autóctono como factor básico identificador de un  Pueblo.
            Pero su  cultura  étnica y hasta su idioma, se han visto también afectados  por su contacto de siglos con la cultura y el idioma castellano,  hasta el punto de que más de treinta años de esfuerzo y grandes cantidades de dinero invertidas en el intento de vasquizar o catalanizar  a todos los residentes en sus respectivos territorios, no han dado los resultados que esperaban. Para cualquier observador neutral,  la inmensa mayoría de los residentes en tales demarcaciones, conforme a sus hábitos y costumbres y al uso de su idioma preferido, son  tomados por españoles. Pero ¿de dónde salen los votos  que también mayoritariamente, hacen que triunfen los nacionalismos autóctonos? De las escuelas y españoles originarios.
            Se comprende  que muchos de los convertidos al independentismo, adoctrinados desde que son niños,  no quieran ser españoles pese a sus antecesores;  pero de  momento y mientras no alcancen sus ideales tienen que resignarse a serlo. Y esto  duele.
          Sí, esto de ser español, sin voluntad de serlo, es decepcionante y esta decepción se refleja en el, voto electoral. Ser españoles -al mismo tiempo que niegan y reniegan  su españolidad- tiene esa vía de escape: ponerse en la cabeza de la manifestación antiespañola.
         Nadie negará  que a esta realidad se le llama impostura. (fingimiento o engaño con apariencia de verdad). Impostura encubierta y tolerada por las autoridades legítimas, hasta permitir la creencia de que las instituciones  -Parlamento y Gobiernos, Diputaciones y Ayuntamientos- son autóctonos, (que se han generado en el mismo país donde radican). Son españoles, aun cuando radiquen en territorios para los que se quiere la independencia. Ni las instituciones citadas, son  genuinamente vascas o catalanas, como fruto surgido  por generación espontánea gracias al impulso de los nacionalismos. No es así. Todas las instituciones dimanan de la Constitución Española, aprobada por los españoles. Todos los que mayoritariamente votaron la Constitución vigente, hicieron posible el Estatuto Vasco y el de Cataluña. Luego son instituciones españolas.
          En suma, las Autonomías en España, todas, como algo elemental, son españolas, aprobadas en referéndum por españoles.
      Por ahí tendríamos que empezar. Para  ser independentista lo primero y más lógico sería renunciar  a la nacionalidad española. Y también por lógica, si alguien no quiere ser español y así lo manifiesta,  debería igualmente causar baja,  por imperativo legal,  en el censo de votantes españoles que eligen  a sus representantes.
          Pero la sinceridad está reñida con la política. De ahí ,derivan problemas insolubles.


           


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