viernes, 29 de noviembre de 2019

LA DEMOCRACIA CLIENTELAR

     Ustedes me entienden pero, por si acaso, conviene aclarar que un buen  "cliente" es aquel que detecta dónde y cómo se puede chupar de la goma conectada con el erario público. El abrazo casi erótico que Pablo le dio a Pedro,  cuando éste abrió la espita, fue una muestra de gratitud clientelar inmediata y precursora, en prueba de lo agradecido que uno puede llegar a estar de cara al futuro. ¿Se entiende?
     Insisto "chupar de la goma" es propio del que pone precio al que influye desde el Poder para conseguir votos en su beneficio  sin que se note. Y si se nota, tampoco la desgracia lleva al impostor -salvo contadas excepciones- a la cárcel.
     Creo que con lo dicho se entiende mejor y se comprende que los beneficiados -los que manejan la goma- estén orgullosos de la democracia -modélica para ellos- que parece estar en forma hasta el punto de costear la presencia de caballos de Troya desde los que se ataca a los más leales e inocentes demócratas: cuando les conviene desde el caballo, se acogen a la ley imperante y, cuando no, a la legitimidad rampante.
      Al final -y para vestir al muñeco- lo mismo otorgan libertades en pro de la voracidad que se esconde tras las braguetas, que  machacan al insensato que pide una regulación generosa para corregir excesos migratorios, o que ignoran los abusos que nos enferman, para tener contenta a a una clientela abusiva.
     ¿Estamos de acuerdo? Los ricos de casta se engrandecen; los de baja clase se empobrecen; y las clases medias desaparecen.   
     ¿Democracia? Sí: clientelar.


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