Por mucho que redoblen los tambores la democracia -a la española- está viciada de punta a cabo. Soy un fiel seguidor de la Sexta, estación televisiva, y trato de digerir su noticiero comentado porque es sustancia pura. Tendenciosa, pero pura y cargada de pensamientos nutritivos. ¡Qué sería del Sr. Sánchez sin el apoyo de don Antonio!
El caso es que uno no puede decir que España se desnorta y que sus políticos -unos por fas, otros por nefas- han llegado a extremos confusos y paradójicos y están acabando con la fe del paisanaje. Ahí los tienes ahormando el zapato a Pedro y a Pablo para ir de la mano a chingar el futuro de les españoles de clase media, el sector más sano de la cuadra peninsular (salvo los que llenan de mierda hasta el mar).
Pedro y Pablo -todo virtud- queman tiempos sin darse cuenta de que nos están metiendo en una caverna oscura y sin salida normalizada. Y digo "todo virtud" porque estoy de acuerdo con la buena fe y deseos de acierto de Antonio el de la Sexta.
El caso es que un servidor -viejo, gastado y cochambroso- se mete a discurrir y descubre que el punto débil de las masas, está sometido a la podredumbre de nuestra democracia o se basa y engancha en un vicio celtibérico-latino que nos arrastra a no distinguir al guapo, con su quehacer irresoluto y tirando como los bueyes de Villalpando, para contentar el buen gusto de su aliado sin perder la calma y ¡Dios dirá!
La que no tiene remedio es la clase media llamada a pagar los atractivos de la feria.
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