jueves, 14 de noviembre de 2019

EL ERROR DEL ESPAÑOL DERECHOSO

       Quiero no equivocarme; quiero pensar que los jerifes de las  derechas españoles no son responsables de sus desgracias. Quiero convencerme: no son malos: es que no saben. Les falta escuela,  pese a su paso por colegios de pago. Y si no saben, mal pueden ejemplarizar a nadie.
       Los socialistas -según ellos modélicos hasta las cachas- presumen de limpieza espiritual y se quedan tan anchos. Claro  que no se acuerdan de cómo Largo Caballero, mandamás en el año 36 del pasado siglo, al frente entonces  de este partido marxista, ganaba adictos para proclamar la dictadura  del proletariado. La democracia para sus seguidores, en mayoría, era el cuento de la buena pipa. Y llegó la guerra. Largo Caballero se hizo el amo en su zona. Los de enfrente, pusieron en juego la dictadura del fascio. Y entre unos y otros se cargaron la maltratada democracia republicana en beneficio de nadie del montón.
       Y los españoles de uno y otro lado se olvidaron -por más que lo nieguen- de la generación de compatriotas que siguió en ruta después de la guerra, -que remedio- y se morían de hambre por carencias derivadas de la pasada pelea. Obligados a comer mierda, vieron cómo no llegaba para todos.
       ¿Qué pasó? Que endurecidos por los malos recuerdos de la guerra y hartos de padecer la posguerra, prosperó un dicho evasivo: "no me cuente usted su vida; me basta con la mía".
        Y ahí, en esa fase y medio muertos de asco, los españoles en mayoría se inhibieron y orillaron la presión política excepto unas minorías que dieron vida a la frase italiana elusiva y muy del fascio: "el jefe se equivoca, pero manda".
        Quería dar a entender que los políticos que padecemos -salvo media docena de excepciones- tienen la culpa de haber ignorado lo que es la decencia y se dejan llevar por cualquier robaperas que presume de todo lo contrario.
        Pero nadie se inmuta. Estamos saliendo de una democracia muy defectuosa y ¿ahora qué?

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